¡Esto es un caos! ¡Qué vagabundería! En estos y similares términos vociferaba la multitud aglomerada frente a las ventanillas de expedición de los marbetes para vehículos de motor, por un lado, y de la nueva cédula de identidad, por el otro.
Ciertamente, lo que se veía en la pantalla televisora era un desorden mayúsculo, matizado con malas palabras, empujones, sudor y lágrimas.
Y no era para menos, pues la escena en cuestión se agravaba porque los plazos legales para cumplir el mandato de la ley estaban llegando a su fin.
Lo curioso del caso era que quienes protestaban por el caos reinante eran, precisamente, los causantes del mismo. Porque, ¿quiénes dejaron para el último día la sacadera de la placa o la renovación de la cédula? Los mismos que ahora protestan por las molestias sufridas.
El síndrome de dejarlo todo “para después” es característico de los dominicanos. “Tenemos que hablar de eso después”, “Eso hay que arreglarlo un día de éstos”, “Nos vemos el lunes”… y así por el estilo, siempre estamos posponiendo lo que podemos hacer ahora.
Conozco a una persona que todo lo anota por escrito en un papelito, sin pérdida de tiempo, y desde que llega a su destino saca del bolsillo los papelitos acumulados y no descansa hasta darles a todos y cada uno la solución requerida.
Para esa persona nunca habrá un caos. Todo estará siempre al día.