Todo lo que implica algún valor moral, como el agua, se nos escurre entre los dedos

Todo lo que implica algún valor moral, como el agua, se nos escurre entre los dedos

Todo lo que implica algún valor moral, como el agua, se nos escurre entre los dedos

Rafael Ramírez Ferreira

Porque… “Olvidar siempre es difícil para

Quien tiene corazón”

Tus experiencias realmente son

Parte de tu identidad, porque nosotros

Somos la suma de todas

Nuestras vivencias.

Gilovich.-

          Todo lo han banalizado. La palabra que antes era el aval de costumbre entre los hombres serios, ha pasado a ser un artilugio articulado para el engaño. Se perdió el apretón de manos para cerrar un trato. Nos han llevado a olvidarnos, a despojarnos de los hombres de principios para imponernos la desvergüenza de los hombres viciados que nos tratan sin respeto alguno.

Y este pueblo no tiene que caerle a martillazos a ningún muro para ver entre las grietas la podredumbre que se trata de encubrir por medio de un léxico mentiroso, engañoso y artificiosamente articulado. Porque ya la pus moral no hay embase blindado que la pueda contener y mucho menos retener la hediondez que nos han puesto a respirar, algo así como si estuviéramos en el mercado nuevo en sus peores momentos.

Y todo esto, es porque cuando el poder se ejerce sin moral, sin una brújula ética-moral, sin principios, lo cual lo convierte en algo muy peligroso. Como lo es este jueguito sucio que llevan a cabo los políticos en su gran mayoría y al que hemos estado sometido principalmente en la última década, donde unos han pretendido ser Reyes y otros dándoselas de buenos y en ocasiones con un comportamiento como la gatica de María Ramos, la misma que tira la piedra y esconde la mano.

La autoridad moral se ha ido al carajo y por eso estos engreídos miembros de los 35 del Patíbulo hacen lo que les venga en ganas, sin que exista asomo de reivindicación, como lo hicieron los 12 delincuentes que dieron origen a la película “Los 12 del Patíbulo”. Utilizan los dineros asignados a sus Ministerios para hacer una sucia y deshonesta campaña política a su favor y allegados familiares, sin que las manos o las escobas que deben barrer con ellos se atrevan hacerlo. Hacen carreteras, donaciones en las estaciones de combustibles se hacen colas para recibir su porción de combustible y a ninguna autoridad le importa un bledo.

Cantaleta por aquí y cantaleta por allá, teorías por doquier e indelicadezas a granel mientras sus problemas tratan de endilgárselas al pueblo. De su indigestión moral tratan de crear un cataclismo en el pueblo. Todo es comicidad y acciones faranduleras. Las palabras de estos personajes solo expresan clientelismo político por doquier. Lo que aparenta no ser, lo es, porque en estos tiempos lo importante es la reelección de todo y de todos.

Lo demás, es solo eso, lo demás. “Lo más importante de la Ciudad es su gente”… ¡Vaya usted a ver! Eso es descubrir por quien y para servir a quien es que fue “electo”. Y como es costumbre, son los mismos que conocen muy bien que cuando el hambre ataca, las funditas aplastan la dignidad y las piscinitas y las lucecitas ahuyentan a la vergüenza.

Pero todo es poco. Ahora se destapan con la creación del Instituto de Bienestar Social de los Dominicanos Residente  en el Exterior. Otra vaina mas, otra acción clientelista para proporcionar más botellas a sus acólitos y familiares, aunque al parecer todo tiene su lado bueno y su lado malo, ya que se supone que a partir de este momento se comenzaran a cerrar Embajadas y Consulados por resultar inoperantes ante este nuevo avance del Estado en pro de los pobres Padres de Familia que viven en el extranjero. Bien hecho, por el ahorro que conllevara la eliminación de los diplomáticos.

Definitivamente estos políticos viven en un mundo de fantasías concibiendo cosas que son difíciles de digerir, como esa de pretender aprobar que una Universidad tenga un Casino, aunque mejor sería que se le cayera la mano al funcionario o los “representantes” que la levanten para aprobar este desafuero, por no decir otra cosa o llamarlo por su nombre. ¡Si señor!



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