Tocando techo

Tocando techo

Tocando techo

Federico Alberto Cuello

La empresa coreana quería fabricar baterías en la RD.
Enamorados de Santiago, ciudad corazón, trató de instalarse en la zona norte.
Lamentablemente, en ninguna parte del Cibao encontraron los 40MW de energía garantizada que necesitaban para operar sin interrupción.

Luego evaluaron los parques del Sur y el Este, donde en teoría sí que hay energía.
Lo que no hay es suficiente espacio, ni mucho menos personal calificado.
Al poco tiempo encontraban en México todo lo que buscaban.

Resulta, sin embargo, que la planta de baterías terminó por instalarse en los EE. UU.
Los incentivos de la ley de reducción inflacionaria (“Inflation Reduction Act”), del 2022, le resultaron irresistibles.
El reshoring comienza a afectarnos.

La inversión extranjera en la RD podrá haber alcanzado cifras sin precedentes en 2022.
Nuestros parques de zona franca nunca han tenido tantas empresas ni generado tantos empleos.
La historia de la fábrica de baterías, sin embargo, ilustra el desafío que debemos superar para pasar a la siguiente fase del desarrollo industrial.

Por el cambio climático se nos dice que hay que frenar el consumo de energía.
Sin embargo, la demanda dominicana de electricidad crece a una tasa cuatro veces superior a la del crecimiento del PIB.

Las nuevas inversiones en generación a partir de fuentes renovables avanzan, pero no son suficientes.
Y sus aportes están sujetos a los caprichos de la naturaleza.
De ahí la urgencia de instalar bancos de baterías que acumulen la electricidad generada cuando hay luz solar o flujos de viento.

Mientras tanto, la inversión en generación convencional se ha visto afectada por el alza de los precios del gas natural, impidiendo la suscripción de los contratos recientemente negociados en base a tarifas que hoy son imposibles de cumplir.
Urge pues reconciliar los términos de las ofertas ganadoras de las recientes licitaciones con la capacidad de suministro de combustibles que tienen otros competidores no favorecidos.

Se imponen soluciones pragmáticas que permitan al país seguir creciendo, contaminando lo menos posible.
Ello se logra con gas natural y eventualmente con el hidrógeno que podrán utilizar las plantas pendientes de instalación, al tiempo que se captura el carbono generado por las plantas actuales.
Urge aún más eliminar el déficit financiero que por tantas décadas se ha tolerado.

Eficientizar el sistema es prerrequisito para la transición energética, apoyada en nuevas redes inteligentes de transmisión.
El tema de los recursos humanos es más complicado pues no se resuelve importando tecnologías sino transformando un sistema educativo capturado por profesores resistentes al cambio.
Pocas instituciones en la RD están formando el personal capacitado en ciencia y tecnología que necesitan los nuevos inversionistas.

Menos son las que investigan para innovar y mejorar productos y procesos.
Pero esos son temas de futuras entregas.
Todo esto podrá resolverse y todavía estaremos compitiendo con las presiones del reshoring contenidas en leyes como el IRA.

Habrá pues que revisar nuestros incentivos para compatibilizarlos con los estadounidenses, al tiempo que conseguimos cómo beneficiarnos del IRA y demás leyes complementarias.
Sin suficiente energía ni personal calificado, los incentivos al reshoring anularán cualquier ventaja que tengamos para el nearshoring, dejándonos tocando techo.



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