AUGUSTA, GEORGIA.– Tiger Woods tuvo el green para él solo, a fin de practicar su putt, mientras una tormenta se aproximaba al Augusta National.
Un puñado de espectadores permaneció cerca para mirar la forma en que el astro embocaba los tiros de unos cinco pies que siempre parecía acertar en su mejor momento.
Han pasado 14 años desde que ocurrió lo necesario para que Woods ganara por última vez el Masters.
Y lo más sorprendente: han transcurrido 11 años desde la última vez que Woods conquistó un major.
Sus seguidores _y hay legiones de ellos_ esperan que la tendencia pueda revertirse esta semana, aunque sea por el optimismo que suele abundar antes del primer tiro de salida.
El viejo Tiger no ha regresado, pero existe la idea de que le queda grandeza suficiente para ceñirse la chaqueta verde el domingo por la tarde.
Está muy confiado
Y entre los que creen en Woods figura él mismo.
“Sé que puedo jugar en este campo”, ha dicho. “He tenido cierto éxito acá”.
De hecho lo ha tenido. Cuenta con cuatro sacos verdes que llevan zurcido su nombre. Tan solo eso bastaría para certificar a Woods como uno de los mejores golfistas de la historia, aunque está a dos de los conquistados por Jack Nicklaus.
Pero la situación actual no es la que Woods o alguien más hubiera esperado.