Tiempos transidos y cibernéticos

Tiempos transidos y cibernéticos

Tiempos transidos y cibernéticos

José Mármol

En su condición de pionero e investigador incansable en las lides de la virtualidad, la digitalización y el ciberespacio Andrés Merejo, doctor en Filosofía y académico, autor del libro Filosofía en tiempos transidos y cibernéticos (Santuario, Santo Domingo, 2023), publicada juntamente a Cibermundo transido, enredo de pospandemia, guerra y ciberguerra (Santuario, Santo Domingo, 2023) es el fundador, en 2018, del Instituto Dominicano de Investigación de la Ciberesfera (Indoic) y del Observatorio de las Humanidades Digitales en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), primero en el país, entidades desde las cuales ha promovido foros y seminarios sobre cibercultura, ciberpolítica, filosofía, tecnociencia e innovación, entre otros temas.

Me referiré al primero de ambos ensayos. Hay dos cuestiones en las que Merejo no ceja a la hora de reflexionar sobre el impacto del cibermundo y la virtualidad en lo que denomina sujeto cibernético.

La primera es la necesidad, tomando como base la revolución tecnológica y el apogeo del medio digital, de asumir la tarea del filósofo, no como una mera actividad de la vida contemplativa, sino, más bien, como un esfuerzo reflexivo de la vida activa, que presenta al pensamiento crítico como un constante desafío al orden establecido y al filosofar convencional.

De ahí que reclame, con acierto, los espacios de la tecnociencia, la innovación y, en un plano más laxo, de las humanidades digitales o las ciberhumanidades, para la articulación de un nuevo orden, tanto epistemológico, como ético, sociológico, político y antropológico, a partir del cual escrutar la dinámica de la relación entre los mundos offline, o analógico y desconectado, y el mundo online, o virtual, digital y conectado, como los define Zygmunt Bauman, para una mejor comprensión de nuestra sociedad.

En ese tenor, la necesidad de plantear que la filosofía, contrario a la idea de retraso en el tiempo respecto de los acontecimientos, como la lechuza de Minerva según la expresión metafórica de Hegel, está, por el contrario, a la vanguardia del desarrollo de las ciencias naturales, la innovación, tanto tecnológica como social, y la física cuántica.

Además, que la aceleración tecnológica y la revolución digital, que Alessandro Baricco prefiere llamar, y estoy de acuerdo, insurrección digital, porque debió ser primero pensada disruptivamente, y luego ejecutada en códigos y artefactos o dispositivos, no sería posible sin los fundamentos cognitivos y lingüísticos que puede aportar la filosofía, en tanto que actividad creadora de conceptos.

Es por ello, que hoy podemos hablar, con toda propiedad, acerca de las humanidades digitales, más allá de las clásicas, y de la tecnociencia y la innovación, más allá también de los parámetros de las ciencias naturales y del cálculo tradicional.

En lo atinente a la segunda cuestión, Merejo advierte desde sus primeras obras, que la penetración reflexiva en una nueva realidad, como es, paradójicamente, la realidad virtual, implica la construcción de un nuevo lenguaje, la estructuración de un aparato conceptual innovador, probablemente inédito e inaudito.

Por ello la frecuencia en su discurso de términos como covirtualidad, posexperiencia (o postexperiencia), ciberespacio (como algo que trasciende internet), metaverso (como transgresión de los espacios intangibles de Facebook y Google), ciberpolítica (que supera la noción foucaultiana de biopolítica), cibermonigote (o sujeto cibernético sin personalidad, vacío), conciencia de lo transido (como contextualización del dolor del individuo actual frente a la red), además de neuroética, ciberética (como persecución del espionaje en redes), o la ética virtual (como cuestionamiento del uso indebido y la manipulación de los datos e identidades de los sujetos digitales en el cibermundo).

También, términos como ciberespistemología, infoxicación o intoxicación por exceso de información, entre otros que apuntan al paradigma relacional del individuo y su identidad digital como alter ego. Continuará.



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