¿Tiempos peligrosos?

¿Tiempos peligrosos?

¿Tiempos peligrosos?

Roberto Marcallé Abreu

Cuando se leen y reflexionan los detalles del tenebroso asesinato de la dama británica Lindsay Peta de Féliz, la conclusión nos deja aterrados: República Dominicana, es lo primero que se piensa, se ha transformado en un lugar muy peligroso.

Al observar a distancia la solitaria vivienda donde residía la dama de 64 años, la oscuridad, la desolación y el miedo nos hacen temblar. No existe una verja que impida el acceso de gente indeseable.

Puertas y ventanas no figuran excepcionalmente protegidas. Una grama dispersa apenas si cubre lo que debió ser un jardín. La arboleda que rodea la edificación se vislumbra abandonada y fea.

La señora Lindsay estaba casada con un abogado, poseía la ciudadanía dominicana y llevaba diez años residiendo en el país. Perdió la vida en Cacique, Monción, Santiago Rodríguez.

De acuerdo a los datos suministrados por José Alfredo Espinal, la pareja había residido en Cabarete, Puerto Plata, Esperanza, Valverde y Juan Dolio, San Pedro de Macorís.

Los restos de la dama fueron ubicados en un bosque enterrados a una profundidad de dos pies. De acuerdo con la médica legista, Yosenia Gregorio, falleció “por comprensión de las venas del cuello” (ahorcamiento).

Se utilizaron fundas plásticas para ejecutar el crimen. El cuerpo estaba envuelto en una manta amarilla. La cabeza había sido separada del cuerpo.
La casa, no obstante, parecía estar protegida por cinco perros de raza: pitbull, danés, un pastor alemán y un lobo.

Contados lugareños se habían tratado con la dama. Era muy reservada. Adquiría comestibles y combustible en el pueblo pero “pocas veces se le observaba compartiendo con los vecinos del barrio”.

Se cita el hecho de que en febrero pasado la mujer había sido asaltada en su casa, “pero se retiró la denuncia para evitar represalias”. ¿Quiénes la asaltaron? ¿Cómo es eso de que la denuncia fue retirada “para evitar represalias”? ¿De quién?

En las indagatorias se deslizan detalles que llaman la atención. Como por ejemplo que se dedicaba a transportar mujeres de Gran Bretaña con fines matrimoniales.

Otra de sus ocupaciones consistía en prestar servicio a agencias de noticias internacionales.

El esposo, por su parte, “llevaba algunos casos complejos en su condición de abogado de los tribunales de Puerto Plata”.

Cuando se tropieza con noticias como la suscrita por Neulyn González y se medita lo que ocurrió con esta señora y el extendido y creciente ambiente de criminalidad es como para perder la tranquilidad.

Por ejemplo, diciembre ha sido en República Dominicana “el más sangriento en los últimos doce años”, con un mínimo de seis muertos al día. La media de homicidios es de 194.6

Un tenebroso informe del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte señala que “alrededor de tres mil personas mueren cada año en el país” debido a accidentes de tránsito. “Miles de jóvenes quedan lesionados y con grandes sufrimientos”, es otra de las consecuencias.

“Son muertes prematuras, fuera de toda lógica, que se originan en conductas inadecuadas”, dijo su directora. La muerte trágica toca incesantemente todas las puertas. Con rostro contrariado, el jefe de la policía anunció la muerte de los agentes Juan Mercedes Vásquez, Caminero Franco y Guevara Féliz, el primero de ellos ultimado a tiros, y los demás atropellados en la autopista Las Américas por un conductor supuestamente en estado de embriaguez.

Cae el turismo “(Esther Ozuna”, “La violencia escolar es vista como algo cotidiano”, (Berenice Pacheco Salazar), el decomiso de drogas alcanzó los 5 mil kilos en ocho meses” (“Hoy”). Ciertamente, la república Dominicana es un lugar peligroso.



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