Leonel quiere una cuarta presidencia invocando un mantra antirreeleccionista. Es alucinante aplicar la razón fría y desapasionadamente al panorama político criollo.
Si Leonel lograse volver al poder quizás su experiencia le ayude a consagrarse como estadista, ¡pero a qué precio! Igualmente, creo que si no obstara el impedimento constitucional, una tercera administración del presidente Medina quizás sería mejor que las dos primeras.
Pero el criterio, como proceso intelectivo y moral para discernir alguna verdad, no debería basarse en las conveniencias de Danilo o de Leonel. Además, tantas ganas le echa Leonel al poder que muchos rabiosos seguidores suyos, por su conducta, obligan a los danilistas a ponderar si para ellos sería mejor Fernández u otro –aun no peledeísta— en la presidencia.
Estas tensiones crispan una escena llena de confusión y aprehensión, con actores tan disímiles como todos los aspirantes del PLD, Hipólito Mejía y los muchachos del PRM (cada uno con mayor experiencia de Estado que Leonel en 1996), y los encartados (y los que faltan) en varios procesos judiciales relevantes…