La moral líquida es lo opuesto a la moral sólida. La primera es volátil, veleidosa, deforme, se desparrama. La falta de una moral consistente es hoy una característica muy difundida a nivel internacional y lo es de manera marcada en la República Dominicana.
La moral líquida es una condición manifiesta en muchos órdenes en la vida de nuestro país, pero lo es de manera superlativa en el ámbito político.
La condición de la moral en el sentido en que aquí lo hemos expuesto es lo que explica que el ingeniero Temístocles Montás, miembro del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y coinculpado inicialmente en el caso de soborno de la Odebrecht, haya sido proclamado por seguidores suyos como candidato a la Presidencia de la República por el partido oficialista.
Tal proclamación se produce luego de que el señor Montás declarara a través de un pronunciamiento público que recibió aportes para la campaña electoral peledeísta de parte de Ángel Rondón, acusado de sobornos y quien por una década representó a la Odebrecht en múltiples transacciones.
Igual expresión de que en el país impera la moral líquida lo constituye la proclamación, también a la Presidencia de la República y por el mismo partido, del Lic. Carlos Amarante Baret.
El señor Amarante Baret ha sido sindicado como responsable de varios actos de irregularidad en el manejo de recursos públicos. Jacqueline Jiménez Polanco, profesional de las ciencias sociales, en la segunda entrega de su artículo “Corrupción política en la RD y la entronización del Partido Cartel”, publicado por el diario “Hoy”, el 11 de enero de 2017, sostuvo que durante la gestión de Amarante Baret al frente del Ministerio de Educación se suscitaron denuncias por parte de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) “sobre actos de corrupción relacionados con modificaciones del presupuesto sin cumplir con los procesos establecidos, actos de extorsión, ocurridos en la Oficina Supervisora de Obras del Estado (Oisoe) con fondos destinados a la construcción de edificaciones escolares, sobre valuaciones y mala calidad de la construcción de escuelas, irregularidades en la adquisición de textos escolares, y en los fondos dedicados a publicidad”.
Otro caso de moral líquida en nuestro país es el que atañe al economista Jaime Aristy Escuder, quien luego de haber sido integrado por el presidente Medina a una comisión para auditar las transacciones en torno a las plantas termoeléctricas de Punta Catalina, terminó siendo nombrado como administrador de las mismas, al finalizar el servicio prestado. Ese nombramiento y su aceptación, ¿cómo se pueden juzgar?
Muchos otros casos en nuestro mundo político se inscriben dentro de la moral a que nos hemos referido. Los casos que he señalado son simples muestras. Creo, sin embargo, que no son necesariamente los más representativos.