Otra de las enfermedades de esta era. Corriendo de acá para allá, agotados, envueltos en mil tareas y perdiéndonos del mágico presente.
No alcanzas a saborear el café, cuando tienes que salir corriendo para pasar horas en interminables tapones. Tic tac, tic tac, tic tac, a cada instante. Es una simple medida que permite diferenciar el día de la noche, pero a veces se convierte en una bomba de desgaste cuando todo está excesivamente cronometrado y no hay siquiera el tiempo de respirar.