Batman, que nunca fue una persona diurna, se sumerge en la noche perpetua en la versión nocturna, nihilista y neo-noir de Matt Reeves del defensor encapotado. “The Batman”, de tres horas de duración, incluye mucha acción, presentaciones de personajes, dispositivos y otros accesorios de superhéroes.
Pero no es una extravagancia. Este “Batman” es una pieza de humor taciturno, empapada de sombras y rabia, que ha reducido los arquetipos del cómic a siluetas abstractas y personajes humanos mugrientos. Si el Acertijo de Jim Carrey entrara en esta película, encajaría tan bien como Bugs Bunny en “Taxi Driver”.
La película de Scorsese, en la que Travis Bickle se burla del colapso social, tuvo una influencia prominente en la atolondrada “Joker” (“Guasón“) de Todd Phillips, pero puede serlo más para “The Batman”, que también se basa en la precaria psicología de su protagonista de DC.
Robert Pattinson es un Batman joven, relativamente nuevo en el trabajo, que sufre mucho por las batallas nocturnas con los más depravados de la Ciudad Gótica. Lo consume un sentimiento de impotencia y la sensación de que nunca podrá detener la marea. “
Es una gran ciudad”, dice en la apertura de la película. “No puedo estar en todas partes”. Reeves, el realizador de “Planet of the Apes” (“El planeta de los simios”), comienza “The Batman” con numerosas entonaciones de voz grave — “Piensan que me estoy escondiendo en las sombras, pero YO SOY las sombras” — en un impresionante montaje operístico con “Something in the Way” de Nirvana.
Es una fusión eléctrica de imágenes y sonido, y la sección más completa de la película. Este “Batman” es un canto fúnebre. El problema es que “The Batman”, habiendo encontrado su tono y atmósfera inmersiva, se deprime en él. Sorprendentemente, hay poco suspenso porque la cinta lucha por encontrar más de una nota (aunque poderosa) que tocar.
Incluso el Bruce Wayne de Pattison es tan pesimista y grave como su Batman. Al igual que un personaje de Paul Schrader, ha abandonado casi todo compromiso social y, en cambio, escribe tortuosamente un diario para documentar los horrores que presencia todas las noches.
Desde que Adam West se puso la capa y capucha, Batman se ha vuelto cada vez más oscuro. Pero el abatido Caballero de la Noche de Pattinson ya es demasiado. El modelo del cómic es “Batman: Year One” (“Batman: Año uno“), la serie de cuatro números de 1987 de Frank Miller y David Mazzucchelli en la que Wayne se convierte en justiciero.
Ese paso — un ciudadano que asume la violencia en nombre de la justicia — es en gran medida el tema de “The Batman”. Y aunque la película de Reeves rara vez es abiertamente actual, está claramente influenciada por cuestiones predominantes de justicia social.
Hoy en día, el vigilantismo está más asociado con casos como George Zimmerman, Kyle Rittenhouse y el tiroteo fatal de Ahmaud Arbery. “The Batman”, atestada de policías corruptos y que culmina en un complot terrorista de “tipos marginales” enmascarados, refleja gran parte de nuestra sombría realidad.
En el transcurso de la película, las dudas de Batman sobre quién puede impartir justicia no hacen más que crecer. Está bien, pero ¿Batman también da algo de pelea? ¿Qué hay con el Batimóvil? No todo es solo un trabajo sórdido por las alcantarillas de Ciudad Gótica, ¿verdad? Bueno, casi.
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“The Batman” está estructurada como una historia de detectives. Hay una escena encantadora en la que el héroe, con su traje, acecha la escena del crimen en la que el detective Gordon (un fabuloso y melancólico Jeffrey Wright) lo ha metido a escondidas.
Es un marco, un Batman de visión cuestionable e incluso pistas de búsqueda de autoconciencia dudosas, lo que hace de “The Batman” una obra distintiva que se separa de las iteraciones anteriores del personaje en el cine.
Pero mientras Reeves y el coguionista Peter Craig tejen a los antagonistas de este inframundo de Ciudad Gótica — un asesino en serie llamado Edward Nashton, también conocido como el Acertijo (Paul Dano, que se inclina hacia los tropos de asesinos en serie), el señor del crimen Carmine Falcone (un suave y malvado John Turturro) y un Pingüino mafioso de nivel medio (Colin Farrell, irreconocible) — “The Batman” tiene otras influencias, como “ Se7en” (“Pecados capitales“) de David Fincher, más evidentemente.
Así de firme como “The Batman” luce en un principio, su agarre se desvanece a medida que transcurre y creo que en parte se debe a que la actuación de Pattinson se limita en gran medida a erupciones repentinas de ira o el tímido acecho en las sombras. Para un actor que se ha mantenido alejado durante años de la corriente principal, es emocionante verlo asumir algo tan ambicioso.
Pero el talento de Pattinson radica en su carisma críptico y eso no siempre encaja de manera convincente en un retrato psicológico de tres horas. Este Batman no es un charlatán. Zoë Kravitz, sin embargo, tiene un vínculo más instantáneo e íntimo con la cámara.
Como Selina Kyle/Gatúbela, le da a “The Batman” un gran impulso incluso mientras lo conduce por algunos de sus callejones más oscuros. Después de que Selina se une a Batman para investigar la corrupción que rodea a Falcone y otros, él la equipa con lentes de contacto para grabar videos.
En una de las escenas más impresionantes de la película, vemos desde su perspectiva cómo se infiltra en el club nocturno de los malos y, en visión nocturna, sentimos las miradas lascivas de los hombres que la acosan.
“The Batman” es oscuramente adusta y potente, pero errática. Es como si los cineastas, trabajando bajo la larga sombra de “The Dark Knight” (“El Caballero de la Noche”), hubieran optado por no rivalizar con la majestuosidad malhumorada de la película de 2008 de Christopher Nolan que redefinió el género, sino simplemente ir “más duro”: más oscuros, más cínicos, un Eclipse total.
Eso puede hacer que “The Batman” se adapte adecuadamente a su época, pero también hace que, en última instancia, se sienta como un ejercicio un tanto hueco, aunque a menudo apasionante, en una carrera armamentista imaginaria de severidad.
“The Dark Knight” tuvo un toque visceral con el Guasón de Heath Ledger que le falta a “The Batman”. Alguien, en algún lugar, debe preguntarse: “¿Por qué tan serio?”.
“The Batman”, un estreno de Warner Bros., tiene una clasificación PG-13 (que advierte a los padres que podría ser inapropiada para menores de 13 años) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por “fuerte contenido violento y perturbador, contenido de drogas, lenguaje fuerte y algo de material sugerente”. Duración: 175 minutos.