Ayer se conmemoró el Día Nacional de la Ética Ciudadana. Con tal motivo se evocó la figura de don Ulises Francisco Espaillat, modelo de hombre virtuoso y ejemplo de moralidad para las generaciones que le han sucedido.
También alcancé a ver banderas nacionales desplegadas en algunos balcones y mis ojos tropezaron con uno que otro comunicado y avisos oficiales mediante los cuales se invitaba al pueblo dominicano a honrar la memoria del insigne personaje.
Muy bien. Pero más que esos modelos teóricos, me hubiera gustado ver ejemplos actuales, reales y prácticos de ética, tanto en la administración pública como en la vida privada nacional. Dije “actuales”.
Repito:”actuales”.
Desgraciadamente, la ética es un ave rara en el escenario dominicano. Siempre he sostenido que la peor crisis que aqueja a nuestra nación no es la crisis económica ni la crisis política, sino la crisis ética y moral.
Su combate comienza en el hogar, sigue en la escuela, prosigue en la madurez… pero sobrevive a la muerte.
El Día de la Ética fue ayer, es hoy y será siempre. Pero hay que extender el brazo para atraparla y aferrarse a ella con sinceridad si queremos apreciar de verdad su valor real y no quedarnos solamente con palabras huecas.