Estuve unos días en República Dominicana y pude comprobar la pesadumbre existente por la abominable mafia encontrada en el Seguro Nacional de Salud (SENASA).
Asimismo, pude sentir en carne propia los intentos de los partidos de oposición de capitalizar este aborrecible hecho, a los fines de blanquear sus actos de corrupción y con ello plantear que todos “somos iguales”, expresión que en todo caso admite de entrada que ellos y sus líderes son corruptos.
Quien quiera que sea el responsable de los hechos es el que tiene culpa, y esa responsabilidad no es traspasable a nadie ni al partido que diga pertenecer, ¿por qué? porque no existe comportamiento, tolerancia o acción que haya otorgado luz verde a lo acaecido. Si alguien se excedió, lo hizo “Motu Proprio”, y es sobre él o ellos que debe recaer la culpa.
La línea se trazó hace tiempo: “tengo amigos no cómplices”.
Mientras en las filas del Partido de la Liberación Dominicana, gran parte de sus altos dirigentes están o estuvieron inmiscuidos en temas de corrupción, hoy en día su relevancia se mantiene intacta, deciden, apoyan y hasta comparecen a medios a exigir la transparencia que nunca personalmente exhibieron. Los hechos están ahí, desde la familia directa, con la condena de Alexis Medina a 7 años de cárcel, hasta la familia política, pasando por varios de sus ministros, por su procurador general de la República, su jefe de ayudantes militares y muchos más. Los gobiernos de Danilo Medina llevaban la corrupción y el robo desde sus entrañas.
De igual forma y con el apoyo irrestricto de su presidente de turno Leonel Fernández, bajo su aprobación se crearon mecanismos como el PEME (Programa Eventual Mínimo de Empleo) donde desde una oficina satelital, sin controles contables públicos, se repartía el dinero de todos los dominicanos. Bajo ese esquema se repartieron cientos de millones, nada más y nada menos que hace 30 años atrás.
Ese mismo Leonel Fernández fue, que violando las leyes y la Constitución, sin autorización del Congreso Nacional firmó un contrato de préstamo por $120 millones de dólares (Caso Sun Land) y luego entregó de su puño y letra esos $120 millones de dólares a una figura icónica de la corrupción en República Dominicana, el senador Félix Bautista, cuya hoja de servicio incluye el ser declarado corrupto internacional (ley Magnitsky) por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, luego de estos comprobar que manejó de forma irregular contratos de construcción en Haití. Sí, en Haití, donde mientras más se empobrecen más cargamos nosotros como país.
Y ojo, cuidado con interpretar que estas líneas quieren justificar lo sucedido, no, en modo alguno, lo que sí quieren dejar claro es que desde el liderazgo y/o ejemplo, representado primero por el presidente de la República, su familia y por las figuras más relevantes del partido de gobierno, se repudia en los hechos a quienes deshonran el compromiso de servir al país, además de que no existe un solo vaso comunicante entre lo sucedido y aquellos que toman decisiones en el Estado o en el partido que ahora ostenta el poder, pues nadie ha participado, influenciado, auspiciado, tolerado u ocultado lo que ahora nos llena de vergüenza.
Y repito vergüenza, porque sí, tengo vergüenza por lo sucedido, no poca, sino mucha vergüenza, pero no tengo culpa, como no la tiene ni el presidente de la República, Luis Rodolfo Abinader Corona, ni todos aquellos que de alguna forma servimos al Estado honradamente.
Una vez más, tengo vergüenza, pero no culpa.
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Elías Brache
Vice canciller de la Republica, gerente del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indotel) y Cónsul General en la ciudad de Chicago, Estados Unidos de América.