
Sin cumplir aún tres años, los éxitos del gobierno se difuminan por la parálisis por análisis ante problemas que siguen sin solución, como el empeoramiento de la distribución eléctrica, conflictos y denuncias en la educación pública, crecientes ataques a la seguridad social, retrasos de permisos en la minería y caos del transporte y tránsito.
No son problemas de responsabilidad exclusiva del actual gobierno, aunque sí crearon expectativas de cambios. El ingrediente común es exceso de prudencia ante el “costo político” de enfrentar a grupos particulares que perjudican el interés social mayoritario e impericia gerencial de algunos funcionarios, incapaces de ejecutar obras o cumplir promesas pese a disponer de fondos.
