Muchas personas proceden de familias amorosas, capaces de hacer y demostrar el amor a sus miembros sin la necesidad de utilizar la frase: “te amo”.
El modelo se repite por generaciones sin que haga falta pronunciar la oración.
Esta semana la combinación de dos eventos separados me convencieron de traer este tema a los lectores. Primero recibí de mi maestra y amiga Xiomara Lora el texto que a continuación les comparto. Dos días después, mi nieta repitió innumerables veces: “abuela, te amo.”
Texto de Bert Hellinger: “¿Quién puede decir algo así: “Te amo”? ¿Qué ocurre en su alma cuando dice esta frase? ¿Qué pasa en el alma del otro cuando se dice esta frase?
El alma de quien dice sinceramente esta frase, tiembla. En ella se reúne algo que crece como una ola y lo arrasa. Puede que se defienda de ella por miedo de a dónde lo eleva y a qué orilla lo lanzará. Puede que también, el otro o la otra a quien se dice esta frase, tiemble. Intuyen qué cambia en ellos, cuánto puede comprometerlos y determinar sus vidas para siempre.
Está también el miedo a si seremos capaces de mantener esta frase y estamos de acuerdo con ella en todo su alcance y nos podemos abrir a ella, independientemente de si la hemos dicho o nos la han dicho.
Pero, no hay frase más hermosa, que nos conmueva tan profundamente y nos una tan íntimamente con otra persona.
Es una frase humilde. Nos empequeñece y engrandece al mismo tiempo.
Nos hace profundamente humanos”
Al meditar esa noche, las afirmaciones de Hellinger tuvieron más sentido.
Agradezco haber reavivado a conciencia esos sentimientos. Date permiso a vivir esa emoción desde tu alma.