El presidente Francés, Emmanuel Macron, dice que la tarea es inmensa.
La dificultad para contratar y despedir personal, sumada a los diversos costos e impuestos laborales que establece el gobierno, contribuye a explicar la persistencia del elevado desempleo francés, que ya lleva varios años rondando los dos dígitos.
Más allá de los costos laborales, las empresas francesas tienen otra gran queja: la fuerte presión tributaria.
Por ejemplo, en la región de París en 2015 la tasa empresarial efectiva promediaba casi el 35 por ciento, mientras que era de 21 por ciento en Londres y de 27 por ciento en Bruselas.