Julito Hazim planteó hace décadas cuán fácil habría sido tumbar a Balaguer en un momento de gravísima impopularidad a principios de los noventa: “A Pérez Bello que no lo lleve al Palacio”.

Su ceguera y mala salud obligaban al genial estadista a depender de asistentes y áulicos hasta para amarrarse los zapatos.

Parecidamente ocurre hoy con temas cuya obviedad hace incomprensible que sigamos debatiéndolos: con simplemente dejar de hablar de ello, por su imposibilidad legal, el ambiente político cambiaría.

Es la prensa quien mantiene vivo el tema de la reelección, mal analizado como si sólo fuese buena o mala la presidencial. La Constitución impide hoy a Danilo repostularse pero esa posibilidad la mantenemos viva hablándola diariamente.

¡La fuerza y magia de la palabra! Pero casi nadie enfoca cómo viejos políticos profesionales copan otros puestos, del gabinete o electivos (municipales y congresuales), impidiendo renovación. Bloquean a jóvenes mejores que ellos para el servicio público.

Ese tapón merece mayores reacciones que una imposibilidad constitucional cuya eventualidad la alienta grandemente su inveterada mención mediática.