Para demasiada gente todavía referirse a la cultura equivale a tocar un ámbito reducido a la abstracción. Pero no, la cultura remite, en principio, al conjunto de bienes espirituales y materiales que, conjuntamente con la lengua y otros intangibles, componen y estructuran el carácter y la forja identitaria de una nación.
Digo, en principio, porque a día de hoy la cultura no solo la integran los bienes, sino también una amplia gama de servicios y de emprendimientos industriales, tecnológicos y comerciales que colocan en un primer plano el talento creativo de un país y de su gente.
A partir de la clarísima acepción acerca de cómo las ideas creativas y las actividades culturales impactan sobre la producción, el comercio, la generación de empleos, la dinamización y diversificación del turismo y la creación de riqueza económica y social es como desde 2013, en procura de aparejar la relevancia de esta a la denominada economía verde, los economistas y entonces consultores del BID, Iván Duque, hoy presidente de Colombia, y Felipe Buitrago, viceministro del actual Gobierno, presentaron un libro titulado “La economía naranja”, acuñando con ello un nuevo concepto orientado a potenciar las ideas y la cultura en las economías emergentes, bajo los paradigmas del derecho de autor.
¿Por qué naranja? No solo para diferenciarla del verde, asociado al medioambiente, sino también porque ese color se vincula de forma natural a la noción de cultura y sus distintas manifestaciones.
El año 2021 fue declarado por las Naciones Unidas como el Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible.
Porque somos una nación repleta de talento; porque nuestra historia y nuestro presente conllevan nombres emblemáticos en la creatividad, la intelectualidad y la cultura de los pueblos caribeños y latinoamericanos; porque somos el destino turísticos por excelencia en la región del Caribe y la cultura fortalece la marca país; porque desde el Estado se han venido formulando políticas públicas y leyes para potenciar actividades naranja como el cine, la protección del derecho de autor, la formalización del mecenazgo, la Cuenta Satélite de Cultura, entre otras y porque desde la academia la economía naranja proyecta una oportunidad de impensables beneficios, por estas y otras razones el Banco Popular Dominicano se unió al Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes, impulsor de iniciativas a favor del fortalecimiento de las industrias creativas y culturales, y al Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), gestor del Observatorio de Economía Naranja en el país, para hacer realidad el libro “Dominicana creativa.
Talento en la economía naranja” y la plataforma multimedia Dominicana Creativa (www.dominicanacreativa.com).
El libro, diseñado por Víctor Siladi, cuenta con la participación institucional del presidente ejecutivo del Popular, Christopher Paniagua; del ministro de Industria, Comercio y Mipymes, Víctor Bisonó Haza, y del rector del Intec doctor Julio Sánchez Maríñez, prologuista.
La introducción del volumen estuvo a cargo del empresario e historiador Manuel García Arévalo y como expertos y actores en once ramas de manifestaciones de las economías creativas y culturales figuran Albert Martínez Martín, en cine; Juan Mubarak, en arquitectura; Carla Quiñones Polanco, en moda; María Amalia León, en gestión cultural; Dominique Bluhdorn y Stephen Kaplan, en diseño; Ignacio Nova, en artesanía; María Marte, en gastronomía; Edilenia Tactuk, en audiovisuales; Felipe Pagés, en publicidad y José Armando Tavárez, en tecnología. A sus aportes se suman diversos y enriquecedores debates de otros expertos y testimonios en videos y podcasts de auténticos impulsores y protagonistas de la economía naranja, que pueden ser vistos y escuchados en la página web.
Un nuevo aporte bibliográfico y multimedia del Banco Popular Dominicano para la proyección global de nuestro talento y del potencial económico del país.