Svetlana A. Alexievich

Svetlana A. Alexievich

Svetlana A. Alexievich

La Universidad Estatal de Minsk está ubicada en la Plaza Pieramohi, lugar de la más esplendorosa ciudad del viejo imperio del bloque socialista: Bielorusia (Rusia blanca). Allí estudió y se graduó de periodismo, en 1972, la nueva Premio Nobel de Literatura, Svetlana Alexandrovna Alexievich (nacida en Ucraina, 1948, en la ciudad de Stanislaviv –desde 1962 es Ivano-Frankivsk).

La Academia sueca la ha considerado ganadora por “por sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y coraje en nuestro tiempo”.

En realidad, el premio, la ‘vida polifónica’, no es más que el reconocimiento a la tremenda coherencia de narrar sobre el exterminio nazi, y el poder aplastante del totalitarismo soviético, después del derrumbe del bloque socialista.

Por eso ha revivido el género de la novela documental, ya que como ella misma ha informado, ha recurrido a los testimonios de los que fueron los protagonistas de los hechos más dramáticos de la historia contemporánea. Sus libros dan cuenta de esos eventos:

“La guerra no tiene rostro de mujer” (1985), sobre los testimonios de las mujeres soviéticas que sobrevivieron a la II Guerra Mundial; “Voces de Chernóbil” (1997), sobre las consecuencias de la catástrofe del accidente nuclear de abril de 1966; “El fin del homo sovieticus”, en el que trata de mantener viva la memoria de esta “gran tragedia” que supuso la URSS, y relatar “la pequeña historia de una gran utopía”. Según la galardonada, “el comunismo tenía un objetivo sin sentido: transformar al hombre antiguo.

El resultado, sesenta años después, es la creación en el laboratorio del marxismo-leninismo de una tipología de hombre muy particular, el homo sovieticus.”; “Los chicos del latón” (de zinc), que cuenta un conjunto de historias enlazadas sobre la guerra entre la Unión Soviética y Afganistán; finalmente, está “Los cautivados por la muerte”, sobre los suicidios de las personas que no soportaron la desintegración de la Unión Soviética y los demás países del bloque del Este.

Ahora todos vamos a descubrir la obra literaria de la bielorrusa Svetlana Alexievich, de quien se dice es la primera periodista que mereció el Nobel de Literatura.

Mujer menuda, casera, realmente valiente. Ha fijado su posición frente al flaco rol de los intelectuales de su país (Minsk), al que regresó en 2001. Ha dicho textualmente: “Hace cinco o seis años, cuando hablaba del nacionalismo ruso nadie me creía”, dice. No obstante, puntualiza: “Tenemos varias Rusias”.

En cuanto a Chernóbil, ha dicho la galardonada: “La gente después de Chernóbyl obtiene nuevos conocimientos. Vive como si fuera después de la tercera guerra mundial”.



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