Sumo mi voz anónima y modesta a la Carta a la Comunidad Internacional que personalidades del mundo han publicado en demanda renovada del Cese del Bloqueo y las acciones desestabilizadoras contra Cuba.
Con la iniciativa de Ignacio Ramonet, periodista, España; Hernando Calvo Ospina, escritor, Francia; Atilio Borón, sociólogo, Argentina; y Fernando Buen Abad, filósofo, México; se han solidarizado y suscriben la Carta expresidentes como Rafael Correa, de Ecuador; José Manuel Zelaya, Honduras; Ernesto Samper Pizano, Colombia.
También varios Premio Nobel, como el argentino don Adolfo Pérez Esquivel; legisladores de países como México, Suiza, Francia, Italia, Grecia; funcionarios como el ministro Miguel Mejía, de nuestro país; partidos comunistas, movimientos sociales y populares, como el de los Sin Tierra de Brasil; agrupaciones del más variado carácter y las más distintas latitudes del mundo.
Se denuncia el hecho abusivo, tal vez único en la historia, en que un país poderoso como Estados Unidos impone un bloqueo a otro, como Cuba, y desde 1962 lo endurece incesantemente. Tan solo bajo el gobierno de Donald Trump, dicen los firmantes, se dictaron 243 medidas altamente lesivas para la economía cubana, muchas en plena pandemia del Covid-19.
Aún a costa de enormes sacrificios y privaciones, Cuba ha salido airosa. Por ejemplo, dentro de pocas semanas logrará la hazaña de ser “el primer país del mundo con toda su población vacunada contra el covid-19, y con vacunas propias. Aunque Washington hizo hasta lo imposible para que Cuba no pudiera adquirir ni jeringuillas con las cuales aplicarlas”.
La Carta denuncia en términos inequívocos el interés del gobierno de Washington de utilizar por un lado, los núcleos más agresivos de la contrarrevolución cubana contra Cuba asentada en Miami, y a elementos del interior de Cuba para promover la sedición interna, la desestabilización y la ruptura de la paz civil en este país.
Esta Carta, un grito más por la misma causa, el gobierno imperialista de Joe Biden la ignorará arrogantemente como han hecho sus antecesores con demandas similares, incluso las resoluciones de condena al bloqueo que año tras año adopta la Asamblea General de ONU. Pero servirá de abono a la conciencia de los pueblos del mundo cuya voluntad tarde o temprano terminará prevaleciendo.
Esto ya es demasiado largo y demasiado abuso y hay que seguir con la denuncia. Para consolidar la derrota moral del agresor y, porque como dijo el Apóstol José Marti, “la maldad no se cura sino con decirla”.