Ha empezado a formarse una cadena internacional de solidaridad para enviar ayuda humanitaria al pueblo de Cuba.
Rusia ha anunciado el envío de ochenta toneladas de material diverso, que incluye recursos necesarios para el combate a la pandemia del coronavirus que ahora afecta con tanta dureza al pueblo cubano.
México ha hecho algo similar y ya desde el puerto de Veracruz partieron los barcos cargados de ayuda. Se dice que el Vietnam heroico hará su contribución y se espera que al paso de los días otros países se sumen a esa lista.
Cuba vive actualmente circunstancias muy difíciles y con la abundante solidaridad que ese país siempre ha prestado, nada de lo que se haga por Cuba es mucho.
No hablemos de la sangre de sus hijos vertida en otras tierras por la libertad de otros pueblos, ni de las brigadas de médicos que han sido enviados a todas partes del mundo a salvar vidas.
El pueblo dominicano, como pocos, ha sido testigo y beneficiario de la solidaridad de Cuba. El país que más de una vez ofreció su territorio para preparar expediciones contra la tiranía opresora de Rafael Trujillo, el que a los seis meses apenas del triunfo revolucionario del primero de enero de 1959, ya había incorporado a soldados de su ejército nacional a las expediciones de Constanza, Maimón y Estero Hondo en la cual la sangre cubana y la dominicana una vez más se derramaron juntas en obsequio de la libertad de los dominicanos.
Lo que acaban de hacer México y Rusia es darle a Cuba lo que Cuba merece y necesita. Ayudar a Cuba no es tenderle un cerco mediático ni aprovechar el descontento que existe en parte del pueblo cubano para alentar la sedición, sino tenderle la mano amiga y ayudarla en estos trágicos tiempos de pandemia.
Demos los dominicanos un paso al frente, juntemos el esfuerzo y la cooperación fraternal de las organizaciones sociales, de la Campaña de Solidaridad con Cuba, las fuerzas políticas y muy especialmente del gobierno nacional, para decir presente en esta cita con la solidaridad y la amistad entre los pueblos.
Vamos a dar un buen ejemplo, a los pueblos hermanos de América Latina. Claro, que no hay que perder de vista las dificultades que también enfrenta nuestro país, pero el valor simbólico de un gesto así, con una ayuda así sea modesta, nos colocaría en un lugar de honor ante los ojos del mundo.