Para la Iglesia o China la noción del tiempo corre cónsona con su dilatada existencia. En el siglo IX, el difunto papa Formoso fue desenterrado para que su cadáver, vestido como Obispo de Roma, fuese juzgado por perjurio y condenado.
Cuando Nixon visitó a Mao Zedong, un gringo preguntó al premier chino Chou En Lai su opinión sobre la revolución francesa.
Este respondió que era un suceso aún muy reciente para poder sacar conclusiones. Por eso no extraña que pese a las enormes expectativas ante las relaciones dominicanas con China, y el reforzamiento de las de Haití con Taiwán, poco ha resultado en el año y pico transcurrido.
Hay porcentualmente un dramático aumento del comercio dominico-chino, porque era chiquito, pero falta mucho por crecer. Haití tampoco ha recibido la esperada ayuda providencial que Taiwán ha prometido.
Recientemente la presidente Tsai Ing Wen, de Taiwán, visitó Haití y reiteró su compromiso de acompañar a Haití “en su camino hacia el desarrollo”. Ojalá no sea como el del papa Formoso al Cielo.