Sucesión

Faltan poco más de 150 semanas para las próximas elecciones y, ante su autoimpuesto impedimento constitucional para un tercer cuatrienio, el presidente Abinader es asediado en privado y por la prensa para definir a quién favorecerá como posible sucesor.
El lunes dijo que todos los aspirantes del PRM son muy buenos y están calificados para presidir el Estado. Y que garantiza que la selección interna de esa persona será en un proceso “democrático, transparente y sobre todo que haya unidad».
Creo que el PRM es afortunado, pues de siete dirigentes que aspiran ser presidente, cuatro son excelentes.
Quizás quien más conviene a Luis como sucesor es la persona que no le robe su partido, fatal tradición perredeísta.
Algunos creen que el PRM no es de Abinader y tienen razón, hay muchos “accionistas”. Pero como ocurre hasta con clubes de dominó, quien mayor interés tiene de continuar dirigiendo o controlando al PRM es Luis, su líder natural y creador.
La historia local demuestra que a los expresidentes y sus principales allegados, si quedan desguarnecidos les puede ir muy mal al salir del Palacio Nacional. Otros juran que la inelegibilidad de Abinader lo debilita.
No estoy convencido de eso; las circunstancias cambian. La incertidumbre internacional y el excelente rapport de Luis con la administración Trump podrían traer grandes sorpresas políticas.
Una de las tareas u obligaciones de un buen analista es confirmar lo que cree que sabe y saber qué es lo que desconoce.
Lo segundo es usualmente más importante que lo primero. Creo que hoy nadie sabe quién sucederá a Luis; lo que sí sé es que si él permite que sea alguno que quiera o pueda alzarse con santo y limosna, arriesga la paz de su futuro como expresidente.
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