En esa dinámica que a veces se presenta en países subdesarrollados, de repente los ciudadanos pierden la perspectiva de cuáles son sus derechos, dándole cancha abierta a los funcionarios de turno.
Precisamente, con la reacción del ministro de Salud Pública frente a cuestionamientos en los procedimientos de compra de utensilios y medicamentos para combatir la pandemia de Covid-19, vemos un retorcido ejercicio de la relación gobernantes-gobernados.
Existen suficientes indicios para preocuparse por la posibilidad de que en medio de una tragedia mundial como esta haya desalmados tratando de beneficiarse con la desesperación que genera la posibilidad de morir.
En su calidad de ministro de salud, Rafael Sánchez Cárdenas tiene que saber que no debe desafiar a quienes cuestionan, sino explicar meridianamente cómo se están llevando a cabo los procesos de adquisición.
En su airada respuesta, el funcionario hablaba de reglas de mercado, escasez de productos, etc. y en eso tiene razón, la pregunta es: si esa es la razón, ¿por qué esa escasez no afecta a las empresas suplidoras que siempre ganan los concursos? ¿Por qué siempre las mismas y por qué ellos si consiguen los productos?
¿Existe? y sino ¿por qué no se ha creado un departamento en Salud Pública que compre directamente a los fabricantes y con ello eliminar intermediarios?
En ese mismo sentido, el ministro hablaba de que en ocasiones necesitaban enviar un avión a China a buscar lo comprado, si el estado fuera el comprador ¿no sería la labor de transporte más económica?
Existen muchas preguntas en todo esto, desde misteriosos propietarios de empresas ganadoras hasta personas que fungen como directivos de las mismas sin aparente “background” para dirigirlas.
Ahora, el más reciente ingrediente es el presidente creando una comisión para vigilar las compras en el ministerio de salud, acción que algunos aplauden pero otros nos preguntamos: ¿para qué hay que crear supra organismos que vigilen lo que se supone correctamente realizado?
En fin repito, un funcionario cuestionado, en vez de enfrentar a los ciudadanos lo que debe hacer es explicar satisfactoriamente sus acciones.
¿Por qué? Porque su sueldo lo pagamos nosotros.