Su amor se convirtió en un monstruo
La estela de luz le cubría. Era el ser excelso que todas querían. Sus atenciones, don de gente , caballerosidad y para no olvidar, sus regalos inesperados hacían sentir importante hasta a la más pusilánime.
Su mundo se convirtió en el único. Pues a medida que pasaba el tiempo solo era la atención centrada en sí. Sin tiempo para dejar pensar a su presa, alejando amigos, familia o cualquier otro interés.
Necesidad material satisfecha, una hermosa jaula de oro donde a todas luces los vecinos decían “el vecino es una persona tranquila”, “nunca lo vi violentarse”.
El desacuerdo común a toda relación se volvió una afrenta al todopoderoso que al igual que en el famoso retrato de Dorian Grey se transformaba de frente a la cara de quien haría su compañera. Una figura deforme que descalificaba como veneno inicial y al eliminar el elixir de su vida también destruye su mente y su víctima sin saber si orbita al halo de la locura ante esta otra cara y luego llegar al cuerpo, donde incluso puede perder su vida.
Y es así como detrás de las cortinas su rostro se va apagando, no sabiendo distinguir lo que vive. Porque en un momento amoroso, tierno, atento y conquistador y en un vaivén, iracundo, déspota y cruel. Así, en un círculo interminable de promesas de que será la última vez que le agreda.
Absorbe su personalidad y esta en soledad se debate en la indecisión presa de no saber ya quién es, cómo seguir, cómo salir de allí, cómo volverse a encontrar.
Es la historia de muchas mujeres que viven violencia doméstica, cuyo guión fue un espejismo, donde las señales se difuminan bajo el imaginario colectivo de lo que muchos veían al principio como la “relación soñada”.
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