Un paso de trascendental importancia el que está planeando ejecutar en los próximos días, el ex pelotero dominicano Sammy Sosa, de reconocer públicamente que cometió como jugador activo una serie de torpezas, todas producto de la impericia en el manejo de sus relaciones públicas con los aficionados ya la propia organización que lo mimó, consintiendo todos sus acciones.
La inexperiencia sobre elementos básicos de comportamiento, dada su juventud , combinada con un ego que por momentos rayaba en engreimiento y petulancia, provocaron desilusión entre sus millones de seguidores.
Esas actuaciones provocaron que Sammy pasara de un momento a otro, de “ héroe y adalid” de masas, a una especie “villano”, todo esto sin que fuera su intención, dado que quienes lo han tratado saben que tiene un gran corazón y es solidario al máximo.
Las excusas que piensa dar para salir de ese ostracismo en que estado viviendo, a pesar de que tiene en sus manos todos los recursos materiales, harán que su vida produzca un giro de 180 grados, porque la falta del calor de las masas que lo admiraba y lo reverenciaba, debe ser lo que más ha estado añorando todos estos años.
Si bien es cierto que el dinero da una sensación parecida a la felicidad, según la teoría del cineasta Woddy Allen, empero, otros como el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau Paul, sostienen que aunque se posea en demasía, puede garantizar la satisfacción de la vida.
Sea lo que sea, hay que darle la bienvenida a Sammy Sosa, a esa zona de confort que logró construir, para que millones de fanáticos de todo el mundo lo reconozcan como uno de los atletas que ha tenido una de las carreras más excitantes, apasionantes y productivas de Grandes Ligas, en un trayecto crucial de su existencia.