Ayer le puse fin a un sueño que desde hace algún tiempo me venía mintiendo burlonamente. Quienes han leído alguna que otra vez esta columna habrán advertido mi sistemático rechazo a la existencia y aplicación del llamado “Fondo del gasto social” del Senado y de la Cámara de Diputados, mejor conocido como el “barrilito” y el “cofrecito”, que no son sino una burda manera de los legisladores embolsillarse millones de pesos del Estado dizque para obras de bien social.
Lo novedoso es que, aprovechando que ahora estamos oficialmente en tiempos de campaña electoral y la Junta Central Electoral goza de ciertas atribuciones especiales, el presidente de este organismo parece dispuesto a eliminar los susodichos e irritantes barrilitos y cofrecitos, pero ¡ojo pelao!, solo mientras dure la campaña (noventa días), porque transcurrido ese plazo los legisladores volverán –pienso yo- a darles vigencia.
En el día de ayer formé parte del grupo de directores de diarios que visitó al presidente Medina, quien, a una pregunta mía, nos respondió que como en nuestro país existe el principio de la separación de poderes él nada puede hacer para evitar que el Congreso pueda restaurar barriles y cofres cuando termine la campaña electoral.
En otras palabras, que habrá barrilitos y cofrecitos para rato.