Un verano sin pantallas es posible y necesario para los niños, afirma desde Clínicas Origen, la psicóloga y directora técnica, Pilar Conde.
No solo con el fin de evitar las adicciones o la exposición a conductas inadecuadas en edades tempranas, como el porno, las compras online o la imitación, no siempre recomendable, de influencers.
Además, la necesidad de limitar el acceso a los dispositivos móviles de los niños y adolescentes se basa también en el perjuicio general que su abuso supone para la salud mental y física.
Pautas innegociables
Sin importar si la familia se encuentra de vacaciones o en su lugar de residencia, la directora técnica de Origen plantea:
- Evitar las pantallas antes de los 3 años. Es innecesario ofrecer estimulación a los menores de esta edad. En caso de no poder evitarlo, de 2 a 3 años se recomiendan máximo 1 hora al día, incluyendo la televisión.
- Fomentar mediante el ejemplo el uso moderado de la tecnología, ya que los niños aprenden por modelado y observación.
- Realizar actividades al aire libre, deportivas y culturales para promover los vínculos afectivos y la comunicación intrafamiliar.
- Definir límites sobre tiempos y uso de la tecnología.
- Conocer el contenido audiovisual de las aplicaciones y juegos. Jugar con ellos y que nos enseñen sus intereses digitales.
- Usar el control parental para evitar que los niños se encuentren con contenido inapropiado para su edad.
Se trata de pautas que, para la especialista, deben ser innegociables.
No se trata de prohibir, sino de explicar las normas del uso adecuado, entre ellas, delimitar el tiempo, controlar el acceso y supervisar contenidos.
“Es probable, casi seguro, que los adultos encuentren resistencia a las normas relativas a los dispositivos, pero, hay mucho en juego”, explica la psicóloga.
Las consecuencias de las pantallas en edades tempranas
La experta indica que en el caso de los niños las consecuencias psicológicas ante una excesiva exposición a las pantallas son múltiples, ya que perjudica directamente al desarrollo tanto físico, como psicológico, a la salud, a la creatividad y a la capacidad de aprendizaje.
Las pantallas y la tecnología compiten con la lectura y la conversación, dificultan la espontaneidad en el juego de iguales, empeorando la comprensión lectora y provocando un bajo rendimiento académico a largo plazo.
Esto tiene consecuencias como un déficit en estrategias de comunicación, habilidades motoras (finas y gruesas), resolución de problemas y habilidades sociales.
La experta recalca que el uso abusivo de los dispositivos puede incluso retrasar el desarrollo del habla, provocar déficit de atención y alteraciones en las habilidades interpersonales y de comunicación.
Los resultados del sedentarismo
El verano es el tiempo de las excursiones, los campamentos, los baños, el campo para los niños, y, por tanto, de evitar las pantallas, fomentar la interacción social y combatir el sedentarismo, pues este conduce a la obesidad y puede provocar problemas de audición.
Además, la psicóloga de Clínicas Origen indica que el sedentarismo tecnológico puede provocar sintomatología ansioso-depresiva, generar una dependencia hacia los dispositivos e incluso experimentar síntomas relacionados con la abstinencia cuando se les retira o no pueden acceder a ellos.
“A menudo, no es transferible a la vida real lo que se aprende en los dispositivos. Se puede ser muy habilidoso jugando al baloncesto en una app y no saber encestar si no se practica en una cancha real”, señala la experta.