Culpar al Fondo Monetario Internacional por la reciente poblada en Haití es injusto. No contribuye a corregir los males haitianos, pero exculpa sus políticos y élite dominante por sus continuos y graves yerros. Mi amigo Leonel opina que las medidas sugeridas por el FMI no fueron “las más adecuadas”.
Pero aparte del FMI, todo doliente sensato recomendaría equilibrar el presupuesto (organizando sus silvestres finanzas públicas), eliminar subsidios no focalizados (como para combustibles y electricidad) y crear mejores condiciones para la inversión (en vez de depender de la caridad).
La aplicación de “medidas más justas, humanas y solidarias” no corresponde al FMI, sino al torpe gobierno haitiano y el inexcusable grupito de insaciables e irresponsables ricos que expolia su pueblo.
Cada fracaso haitiano encuentra siempre una aberrante solidaridad para exonerar a los reales autores del inviable desastre social, económico y político que representa ese desdichado territorio.
Son los propios haitianos, con su bovarista auto-percepción de que el mundo les debe algo, quienes necesitan asumir su realidad y revolucionarla. Lo demás es cháchara…