¿Somos católicos?

¿Somos católicos?

¿Somos católicos?

David Álvarez Martín

Mientras el Imperio Romano se derrumbaba Agustín de Hipona demostró cuan católico era y su perspectiva de Fe estaba centrada en el Evangelio y no en un chovinismo mundanal. Contrario a él muchos romanos católicos gemían creyendo que el fin del mundo llegaba porque su régimen político se derrumbaba frente a las huestes “bárbaras” y los conquistadores en gran número eran católicos. Confundir catolicismo con nacionalismo es una negación del Evangelio.

En la pasada celebración de las Siete Palabras del Arzobispado de Santo Domingo vimos a un sacerdote cometiendo semejante error. Lucía -me puedo equivocar- como desde su óptica ser dominicano o haitiano es un tema de etnias cuando es un régimen constitucional, por tanto la dominicanidad no está en peligro siempre que sigamos educando a niños y niñas en nuestra identidad e integremos a los migrantes, haitianos o no, a nuestra sociedad. Nuestra historia es rica en ese proceso maravilloso de hacer dominicanos a extranjeros y que sirvan al desarrollo de nuestro pueblo considerándose ellos y sus descendientes profundamente dominicanos. José Francisco Peña Gómez es un paradigma de ese proceso.

La dependencia de gran parte del clero de salarios del Estado (capellanes, directores de escuelas, entre otros) está colocando las fidelidades esenciales en el campo equivocado. Recordemos que Jesús tenía claro lo que pertenecía a Dios y lo que pertenecía al Cesar.

Nuestros obispos pueden hacer mucho para atajar esa deriva impía. Motivar reuniones con los obispos haitianos de manera pública para comunicar mensajes de amor y solidaridad. Fortalecer la pastoral de los emigrantes, especialmente los más pobres. Denunciar con firmeza los abusos contra los derechos de los emigrantes. Promover entre en el clero y los fieles una visión del pueblo haitiano como hermano del pueblo dominicano. Atajar toda expresión de racismo y xenofobia en el seno de nuestra Iglesia.

Recuerdo el mensaje del Papa Francisco a los obispos dominicanos en su última visita Ad Limina y que produjo una carta pastoral de la CED. “ La atención pastoral y caritativa de los inmigrantes, sobre todo a los provenientes de la vecina Haití, que buscan mejores condiciones de vida en territorio dominicano, no admite la indiferencia de los pastores de la Iglesia. Es necesario seguir colaborando con las autoridades civiles para alcanzar soluciones solidarias a los problemas de quienes son privados de documentos o se les niega sus derechos básicos. Es inexcusable no promover iniciativas de fraternidad y paz entre ambas naciones, que conforman esta bella Isla del Caribe.

Es importante saber integrar a los inmigrantes en la sociedad y acogerlos en la comunidad eclesial. Les agradezco que estén cerca de ellos y de todos los que sufren, como gesto de la amorosa solicitud por el hermano que se siente solo y desamparado, con quien Cristo se identificó”. No pido que me hagan caso a mí, pero si al Papa. Que Roma no se vea tan lejos y San Agustín ilumine nuestras ideologías.



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