A raíz de la llamada del confeso narcotraficante Quirino Paulino a un programa de radio en horas de la mañana, le ha servido a la opinión pública para confirmar una vez más el nivel de podredumbre que tienen los políticos y la clase militar de este país.
Nada nuevo desde hace más de 10 años cuando el narcotráfico se instauró en este país convirtiendo esta isla en puente de transporte de droga, de beneficio económico para la clase política y de un sinnúmero de trapicheos producto de esta actividad. Quirino, ese hombre de voz extraña y enérgica, no dijo todo lo que sabe.
En su decidida alocución radial faltaron nombres que todo el mundo conoce.
Ahora los mencionados por este personaje, ya sean políticos o militares, niegan todo, no saben nada, no conocen a ese sujeto que amenazó con regresar al país en marzo.
Ahora, ninguno de los que se sirvieron de él, y por supuesto él se dejó servir, lo conocen. Al final ocurre lo mismo, al narcotraficante, cual enfermo de peste bubónica, ni su madre lo conoce.
Antes, íntimos amigos, confidentes, proveedor económico y tercio para unos tragos, además de comandante o coronel enganchado con todos los privilegios en el que alguien de alta jerarquía presidencial tuvo que haber dado la orden para tales fines.
En esta sociedad desgastada, con un sistema político y militar paupérrimo y corrupto en el que pocos creen, un país manoseado por el narcotráfico que mantiene económicamente los cimientos de esta sociedad, debe entender que esa droga llegó para quedarse. Muchos se benefician a la vez que enarbolan la bandera de “lucha contra el narcotráfico”.
En ese sentido, tampoco pasa una semana ni tres días en que los alijos de droga llegados por todas las vías y puertos sean titulares de los medios de comunicación.
Yo pregunto, ¿hay vigilancia en el Multimodal Caucedo?, ¿qué hacen estas autoridades, dejar pasar esa droga a cambio de una buena tajada?