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Sobre un futuro previsible

Roberto Marcallé Abreu Por Roberto Marcallé Abreu
Sobre un futuro previsible
Roberto Marcallé Abreu

Un observador acucioso podría arribar a la preocupante conclusión de que no se vislumbra, con absoluta certeza en República Dominicana, una continuidad o sucesión generacional que pueda situarse a la altura de las complejas circunstancias que será necesario enfrentar si a lo que se aspira es que el país siga hacia adelante y pueda hacerles frente a los problemas de un mundo cada vez más complejo.

En momentos de nuestra historia, partiendo de la desaparición de Rafael Trujillo, era posible señalar mujeres y hombres cuyo liderazgo, visión, presencia pública y ejercicio los situaban en ese elevado contexto. En la actualidad resulta complicado conformar una lista de nombres en la que puedan destacarse cualidades, un discurso, ideas, proyecciones y preparación como conductores de un país y un mundo en un contexto de incertidumbre y problemas cada vez menos predecible.

Los años por venir, desde ya, se vislumbra que serán difíciles, arriesgados. Será imprescindible atesorar un abanico extenso y pormenorizado de personas con capacidades y actitudes únicos para confrontar situaciones inéditas y terriblemente complicadas.

Es válida la interrogante de si nos estamos preparando para las complejidades de ese porvenir que ya es nuestro presente. Si estamos conformando los talentos y capacidades que deberán asumir las tareas esenciales y los retos de realidades inéditas, pero determinantes, en un mundo de crecientes e insólitas dificultades.

Son abrumadoras las carencias que, en todos los órdenes, se vislumbran en el horizonte. No sé si sería válido afirmar que carecemos de lo que una vez se dio en llamar “tanques de pensamiento”. Figuras esenciales organizadas y en capacidad de dictar pautas a seguir en estos imprevisibles ámbitos de problemas y dificultades.

Cuando uno mira en derredor puede sentirse abrumado o desestimulado por el predominio de tantas ambiciones. En contadas ocasiones se tropieza con personas talentosas en capacidad de comprender que los tiempos presentes y por venir nos exigirán esfuerzos superiores para poder enfrentar y resolver las dificultades de un mundo desbordado de dificultades cada vez más complejas e irresolubles.

Mirar en derredor para descubrir respuestas a estas inquietudes, es desolador. Nuestra clase política, con excepciones notables como la del presidente Abinader, está centrada no en la búsqueda de soluciones a problemas cada vez más complejos, sino en darle satisfacción a apetitos que en nada tienen que ver con las complejas situaciones que enfrentamos.

Vivimos una época plagada de esterilidad. Cultivamos el hedonismo y las ambiciones, no las aspiraciones que dieron a luz un Juan Pablo Duarte, un Sánchez, un Mella, un Caamaño, un Juan Bosch, un Manolo Tavárez, unas hermanas Mirabal, un Orlando Martínez, entre otros.

Es hora de decidirnos por la asesoría de esos “tanques de pensamiento” que contribuyan a esclarecer un horizonte plagado de dudas, problemas y conflictos irresueltos a fin de elaborar diseños viables sobre un mundo que ya está aquí, conformado por variables que pocos toman en consideración, pero que eventualmente serán decisivas para todo y para todos.

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