La investigación racional parte de un hecho evidente en el conocimiento humano. Ni somos ignorantes absolutos, ni la omnisciencia nos es dada.
Por tanto nuestro esfuerzo por conocer siempre esta suspendido entre el conocimiento que hemos logrado y la ignorancia que reta nuestra facultad inquisitiva. Suponemos que es más lo que no sabemos, que lo que conocemos.
Y tal como afirma Popper, no podemos predecir en modo alguno los conocimientos que tendremos a futuro.
La investigación racional se presentan en tres modalidades: las llamadas humanidades que exploran el lenguaje y las ideas; las sociales que estudian el fenómeno social y el individuo, y las ciencias naturales que estudian las diversas realidades de la naturaleza.
Evito, como es evidente, la denominación de ciencia que está focalizada en las llamada ciencias naturalezas y por extensión a las ciencias sociales, pero que indudablemente, por una cuestión del uso de dicho concepto, no incluye las humanidades.
El uso de la razón en la investigación en Occidente es una herencia de la cultura griega clásica que heredamos desde los presocráticos hasta el siglo XXI.
A mi parecer es Aristóteles quien articuló la cuestión de la investigación racional a niveles tales que todo el desarrollo posterior en las tres áreas mencionadas son evoluciones de sus propuestas iniciales.
La investigación en humanidades, sociales y naturales es vital para el desarrollo de las universidades y por extensión para el bien de la sociedad.
Desvalorizar o excluir cualquiera de las tres, empobrece las otras dos y degenera la riqueza de la civilización.