Varios lectores me preguntan qué significa “tortol”, palabra que empleo frecuentemente. Oía a mi papá y algunos tíos decir “¡qué tortol!” cuando algo les mortificaba.
Ausente del Diccionario, incluso el del español dominicano, no es sin embargo voz completamente desconocida.
Creo que viene de “tortor”, terminada en “r”, y este del latín “tortus” que es “retorcido”. El tortor es “palo corto o barra de hierro con que se aprieta, dándole vueltas, una cuerda atada por sus dos cabos”. Y precisamente así se aplicaba –incluso a mediados y fines del siglo XX— en centros de tortura en Perú, Cuba, Venezuela y Santo Domingo, el “suplicio del tortol”.
En un libro del Instituto Francés de Estudios Andinos lo describen: instrumento de martirio, mediante cuerda anudada entre las sienes, que se va apretando dando cuerda a un palo; los nudos se incrustan produciendo intenso dolor mortífero, algunos sobreviven con los oídos reventados…
Alejo Carpentier lo menciona en “El Recurso del Método”. Candito Torres y Johnny Abbes usaron aquí el suplicio del tortol. ¡Dixit laboriose!