El asunto de la reelección debe ponderarse con ecuanimidad. El motor de un sistema democrático son los partidos políticos.
El Presidente de la República llega al poder, “montado” sobre un partido político que encierra ideología, principios, estrategias y sueños; sobre esa plataforma, cumple su misión.
Por tanto, cuando se rechaza la reelección debería ser no solo del presidente del país sino del partido que lo llevó al poder. Eso evitaría que, del partido, por celos, le saquen la alfombra para que caiga, más aun, si el presidente del partido aspira a ser presidente de la República.
Sin embargo, el que ambos aspiren, no debe ser motivo de preocupación; se debe confiar en el pueblo y en las habilidades de los opositores.
Naturalmente, deberían tomar licencia de sus funciones, para que la competencia con los demás sea en un plano de igualdad.
La población debe analizar bien los partidos y sus líderes. Tenemos el caso de un líder que ha sido presidente de la República por tres periodos. ¿Qué hizo? Fortaleció negocios de “tutumpotes” a quienes admiraba y estableció el suyo, para estar cerca de ellos. ¿Y “los hijos de machepa”? Terminaron más pobres, fomentó la desigualdad social, dejó el país endeudado, frustrado y ahora busca un cuarto periodo ¿Para qué?
Su colega, actual presidente del país, con dos periodos, ha llevado esperanza a los infelices con las visitas sorpresa, la tanda extendida, fomentando la agricultura, desarrollando potencialidades en comunidades, a pesar del partido.
Por esos motivos no le veo la lógica a una ley que prohíbe la reelección del presidente y no prohíba la del partido que lo tiene en el poder.
Solo desestabiliza el proceso de desarrollo. ¡¡incentiva las tentaciones!! Pero con la puerta de la reelección abierta, se empeñan en una mejor labor.
Al pueblo deben dejarlo en libertad de decidir su destino; de buscar un estadista, de fuerte personalidad, conectado al tejido social del país.
En caso de impedir una reelección, debería ser la del partido en el poder, no una persona determinada. Cabe recordar, que el presidente del partido, muchas veces, lo negocia y vende al mejor postor; otras veces aspira a ser candidato y retira el apoyo al gobierno para que no pueda hacer buen trabajo y sustituirlo.
La posibilidad de dictadura y atraso está cuando el presidente de la República es el presidente del partido en el poder.
La población debe analizar, ¿será mejor el gobierno con el mismo partido encabezado por otro militante?, ¿le temen al individuo o al partido?
¿Qué esperar de un expresidente que en tres periodos no ayudó los pobres sino a los ricos? Prefiero que sea el voto que hable, que se decida en las urnas lo que la mayoría desea, aunque sea continuar con el actual presidente de la República.