Rafael Chaljub Mejìa
Saludo y felicito al amigo Euri Cabral y a su esposa Zinayda Rodríguez por su documental Presidentes Dominicanos en la Historia (1844-1966). En ese ánimo, con el respeto que me merece el trabajo ajeno y como ellos dicen que van a llevar el documental a las escuelas, me permito hacer algunas observaciones.
Conforme con la versión digital del Listín Diario del pasado día 8, el audiovisual asegura que en nuestra historia hubo un presidente analfabeto y cita acertadamente al general restaurador Gaspar Polanco.
Pero resulta que en vez de uno fueron tres los presidentes iletrados. Además del general Polanco, hay que contar a Pedro Guillermo y también a Wenceslao Figuereo.
El primero, un jíbaro violento y sanguinario del Este y el segundo, azuano, que según el historiador don Rufino Martínez, “no conocía el abc y aprendió a contar ayudado por un soldado usando cascajitos del río”.
El célebre Manolao era vicepresidente cuando mataron al presidente Ulises Heureaux el 26 de julio de 1899 y tras el ajusticiamiento, le tocó ocupar la Presidencia.
Además, sostiene el documental que hubo dos sacerdotes presidentes. Lo cierto es que fueron tres, casi cuatro. Además de Fernando Arturo de Meriño y Alejandro Adolfo Nouel, señalados por los productores, están Carlos Morales Languasco que fue presidente en 1904 y Monseñor Eliseo Pérez Sánchez que, aunque no fue presidente propiamente dicho, ejerció funciones ejecutivas en el Consejo de Estado desde enero de 1962, hasta febrero del 1963.
Entre los presidentes dominicanos que tuvieron hijos presidentes, el documental señala a Memé Cáceres.
Dato inexacto, porque el general Manuel María Cáceres fue vicepresidente durante el tiránico régimen de los seis años de Buenaventura Báez, pero nunca llegó a la Presidencia. Estaba muy cerca de alcanzarla, cuando a prima noche del 17 de septiembre de 1878, lo mataron a traición en plena capital.
De ñapa, otra de las curiosidades históricas de los presidentes dominicanos. Báez era nieto de un sacerdote, Antonio Sánchez Valverde, e hijo de una esclava, Teresa Méndez, la May Teresa.
Me parece muy buen método ese de divulgar la historia mediante la vía moderna y cómoda de los audiovisuales. Buena iniciativa la de Euri y su esposa.
Solo que quienes se dediquen a esa tarea encomiable deben cuidar bien lo que hacen y, como nadie está obligado a saberlo todo, buscar la asesoría profesional correspondiente. Mucho más si es de historia de lo que se está tratando.
