En 2008 se compraron, con el supuesto objetivo de perseguir el narcotráfico, 11 aviones Super Tucano, que han pasado a ser parte del folklore nacional, no precisamente por las misiones llevadas a cabo.
Costaron 11.6 millones de dólares cada uno…. 650 millones de pesos por cada pajarito. Unos aviones de hélice, parecidos a los P-51 de la Segunda Guerra Mundial que Trujillo compró en remate al finalizar el conflicto, pero incluso menos potentes.
Con características tan básicas que un jet privado promedio alcanza mayor velocidad y vuela más alto.
La evidente corrupción provocó el sometimiento del exministro de las Fuerzas Armadas, Pedro Rafael Peña Antonio; el excoronel Carlos Piccini y el empresario Daniel Aquino Hernández, acusados de sobornos y sobrevaluación.
En 2016 la empresa brasileña Embraer reconoció haber dado 3.5 millones de dólares a funcionarios dominicanos. Pagando en 2019 una multa a República Dominicana de 7 millones de dólares.
¡Pero ahora resulta que no hay sobornados! Los únicos implicados en el caso han sido descargados tras el juez no encontrar evidencia de actos ilícitos.
El mismo guión de Odebrecht: la empresa admite que hubo sobornos, el Ministerio Público firma un acuerdo con la empresa, y al final no aparecen los sobornados.
Supongo que ahora habrá que pedirles perdón a esos “pobres angelitos” que fueron “injustamente” acusados, y de paso devolverles los 7 millones de dólares a la “calumniada” empresa. Todo gracias a un expediente “bien preparado”, con el propósito de procurar impunidad y dar luz verde a la corrupción.
¡Cuánta indignación! De aquellos polvos, estos lodos.