En un mundo cada vez más interconectado, la soberanía digital se ha convertido en una cuestión fundamental para la seguridad de nuestras naciones.
Como estudiosa de seguridad y defensa nacional y directora del Centro de Estudios de Seguridad y Defensa (CESEDE), me gustaría compartir con ustedes mi perspectiva sobre la importancia de la soberanía digital, un término que puede ser completamente nuevo para muchos, pero que se utiliza en numerosos ámbitos políticos y económicos, desde los países más centralizados hasta las democracias más liberales.
Este concepto ha adquirido una gran variedad de connotaciones, variantes y cualidades cambiantes, y su significado específico varía según los diferentes entornos nacionales.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de soberanía digital? Es la capacidad de un Estado para controlar y gestionar sus datos e infraestructura digital. En un contexto donde las ciberamenazas son cada vez más frecuentes y sofisticadas, es de alta prioridad que los países se fortalezcan en este ámbito.
La seguridad de la información, como sabemos, no solo afecta a las instituciones gubernamentales, sino que también impacta la vida cotidiana de los ciudadanos y la confianza que depositan en sus gobiernos.
En un futuro cercano, nos preocuparemos más por los ataques que se cometen a través de las plataformas digitales que por aquellos relacionados con la seguridad física.
Las estadísticas revelan que un alto número de organizaciones carece de las medidas adecuadas para proteger sus sistemas de información, y esta vulnerabilidad no solo pone en riesgo la integridad de los datos, sino que también puede tener consecuencias económicas, sociales devastadoras.
Según el «Informe Thales 2023 sobre Amenazas a la Seguridad de los Datos», el 48% de los profesionales de TI consultados a nivel mundial informaron de un aumento de los ataques de ransomware (malware o código malicioso ) en el último año, y el 22% de las organizaciones sufrieron un ataque de ransomware en los últimos 12 meses.
Además, el 51% de las empresas no dispone de un plan formal contra el ransomware y el 55% de los encuestados que sufrieron recientemente una filtración de datos en la nube identificaron el error humano como la causa principal.
Los riesgos asociados a la falta de soberanía digital son múltiples. Desde ataques de ransomware que paralizan operaciones hasta el espionaje cibernético, estas amenazas pueden comprometer la privacidad de los ciudadanos.
Por esta razón, la capacidad de un país para proteger su infraestructura digital se ha vuelto esencial, no solo para la seguridad nacional, sino también para mantener la confianza de los ciudadanos en las instituciones.
Desde el Centro de Estudios de Seguridad y Defensa de Funglode, nos hacemos eco de la necesidad de fortalecer la soberanía digital y proponemos algunas alternativas fundamentales para desarrollar marcos regulatorios efectivos que aborden la protección de datos y la ciberseguridad.
Un marco normativo claro facilitará la colaboración entre el sector público y privado, estableciendo estándares para la gestión de la información.
Es crucial invertir en tecnologías de ciberseguridad y en la formación de personal especializado. La creación de una infraestructura digital robusta es vital para proteger los sistemas críticos de información.
Otro aspecto clave es la educación en ciberseguridad. Promover la educación desde niveles básicos hasta avanzados es esencial, así como la sensibilización sobre las amenazas digitales a través de diversos medios, ya que muchas personas han sido víctimas de robos y fraudes en redes sociales.
La formación en buenas prácticas es prioritaria; todos los sectores de la sociedad deben familiarizarse con la terminología y crear conciencia sobre esta amenaza. La naturaleza global de las ciberamenazas requiere que los países trabajen juntos en la lucha contra el cibercrimen, estableciendo alianzas y compartiendo información sobre amenazas.
Por último, pero no menos importante, es necesario fomentar la innovación local y apoyar el desarrollo de soluciones tecnológicas nacionales que ayuden a reducir la dependencia de proveedores extranjeros y fortalezcan la soberanía digital. Incentivar a las startups y empresas tecnológicas locales en el ámbito de la ciberseguridad contribuirá a crear un ecosistema más robusto.
La soberanía digital no es solo un concepto abstracto; es una realidad y una necesidad concreta que impacta la seguridad y la estabilidad de nuestros países.
Desde el CESEDE, hacemos un llamado a la acción: la inversión en ciberseguridad, la educación y la regulación adecuada son pilares fundamentales para garantizar que nuestro país no solo sea capaz de enfrentar las amenazas actuales, sino que también esté preparado para los desafíos del futuro.