Algunos de nosotros se preguntará en qué momento el Instituto Nacional de Ciencias Forenses de la República Dominicana (INACIF-RD) pasará a la segunda etapa de su evolución y desarrollo en la ámbito de generación de las ciencias forenses que están ausentes y también de las estructuras que dan cuenta de su funcionamiento.
Deberá reclamarse, ahora que la situación mundial ha cambiado el timón de la Justicia, y debido a esta negativa situación de las ciencias forenses en el país, le traigo algunas reflexiones de esta situación, pero esta vez, de la antropología y sus ciencias fronterizas.
Lo justifica el cuadro complejo de muchos fenómenos que están empezando a enhestarse en el país, como los casos de desapariciones y el expolio o expoliación (robo de piezas arqueológicas), así como otras complejidades de la muerte violenta; específicamente estoy pensando en la situación de la identificación genética.
Vivimos en un país que le ha negado el espacio profesional y científico a la Antropología Física, y sobre todo a tres de sus ramas más necesarias en estos tiempos: la antropología forense, la bioarqueología y la paleopatología, herramientas o áreas especializadas que tienen la misión de llevar a cabo investigación de identificación a partir del análisis antropológico de restos óseos humanos.
Para que pueda funcionar, entonces se crea el laboratorio de osteología, el archivo de huesos o el museo antropológico.
Entre 2015-2021, en Écija, Granada y Alicante, respectivamente, se celebraron el XIII Congreso Nacional de Paleopatología, y luego en 2019, la versión del XV Congreso y actualmente la versión de XVI Congreso, gracias a que en otros países que cuentan con Asociaciones y Sociedades especializadas que impulsan la antropología, la bioarqueología y la paleopatología.
También eso le ha sido difícil al país, poder desarrollarlo.
Con ayuda de bioarqueólogos, los agentes de la Policía Nacional recuperan objetos de gran valor histórico. La pregunta es si alguna vez han tenido la oportunidad de investigar este delito con la colaboración de esta área antropológica. O al menos, dónde están los científicos antropólogos para ofrecer la consulta, en caso de ser necesario.
La bioarqueología tiene variadas ramas de aplicación, a veces desconocidas, aunque es duro admitirlo: Paleodieta, arqueobotánica, osteoantropología, análisis polínico, arqueozoología, análisis forense de materiales biológicos, análisis de residuos cerámicos, de sedimento y de suelo, entre otras.
La antropología y la arqueología forenses son disciplinas en constante desarrollo. La influencia que pueden tener les llega de otros países, con la participación de organismos internacionales. Es el mejor método de búsqueda de personas desaparecidas, gracias a laboratorio de huesos.
Las historias de vida son posibles gracias a los métodos de identificación que se realizan con la arqueología, la antropología y la genética.
¿Qué pasó en República Dominicana? Que nuestro INACIF carece todavía de carácter e identidad. Por lo tanto, propongo reflexionar sobre el devenir de esta disciplina –la antropología– para comprender la importancia de asumir un compromiso ético profesional emergente. Si se animan, el nombre correcto es un “Coloquio de Arqueología y Antropología” en contextos judiciales y forenses.