Numerosas investigaciones establecen que evitar que la población se enferme reduce los gastos y contribuye con el bienestar. archivo
Santo Domingo.- Las denuncias de las personas para tener un sistema sanitario digno parecieran ser las mismas noticias de ayer y hoy, donde solo cambian los actores.
Temas como el embarazo en los adolecentes, el dengue, la mortalidad materna, la seguridad social y los pacientes son algunos aspectos que parecieran no encontrar una cura o solución definitiva.
Estos males que golpean al ser humano en su diario vivir son reflejados en el libro “En Cuidados Intensivos”, de la autoría de la periodista Altagracia Ortiz.
La también especialista en el área de la salud, describe que en todos los hospitales se paga por los servicios y añade que “los pacientes aunque sean pobres hacen miles de malabares para pagar, ya que este servicio está a expensas del libre mercado”.
En su escrito, Ortíz apunta a que persiste el modelo de curación en vez de la prevención, a pesar de que numerosas investigaciones establecen que evitar que la población se enferme reduce gastos y contribuye con el bienestar. Además de como los servicios sanitarios, ante la falta del Estado, han sido suplidos por las organizaciones sin fines de lucro como los institutos De la Piel Doctor Humberto Bogaert, Heriberto Pieter y Cardiología.
Una vergüenza
En su mirada retrospectiva, la periodista se va mas lejos, ya que en el país se mueren hombres y mujeres por enfermedades que forman parte del perfil epidemiológico del país como es el caso del dengue.
“La alta mortalidad de esa patología sigue siendo escandalosamente vergonzante”, expresa Ortíz.
Otra vergüenza que destaca es la alta tasa de mortalidad materna infantil, la cual pone en cuestionamiento la calidad del servicio que ofrece el sistema de salud y los médicos.
Lo mismo ocurre con la entrada tardía del Sistema Dominicano de la Seguridad Social que da una cobertura precaria a sus afiliados en lo que concierne a la salud.
La vida cuesta 1.6 millones
Ortíz en su libro tiene como eje central al paciente que solo reclama por su derecho a una salud digna.
Y muestra de ello es Darío Antonio Peña Suriel, un joven que requería 1.6 millones de pesos para un trasplante de médula, pues padecía de leucemia linfoblástica y que, a pesar de tocar distintas puertas, nadie respondió a tiempo. Estas y otras historias son recopiladas por la periodista.