Esta semana desayunaba junto a mi esposa y nuestros hijos cuando a las 6:32 a. m. sonaron las sirenas tanto en las calles como en los celulares de Seúl. El mensaje era claro: evacuar cuanto antes, dando prioridad a mujeres y niños.
La recepción del edificio no tenía noticia alguna. La página del Ministerio de Exteriores tampoco.
Las esposas de embajadores, cuya asociación preside la RD, fueron las primeras en aclarar las cosas por su chat en WhatsApp: Corea del Norte acababa de lanzar un cohete portador de un satélite espía.
El coordinador de América Latina logró luego conversar con el primer ministro, quien confirmó la noticia y desmintió la alerta de emergencia.
El desmentido se confirmaría en los celulares con un mensaje que dejaba sin efecto la alerta recibida.
¿Y si hubiera sido cierta? ¿Qué hacer ante un bombardeo en pleno siglo XXI proveniente de un país con armas nucleares y misiles como lo es Corea del Norte?
Se dirá que tal cosa es irreal y que no será más que otro buen susto. Pero eso mismo se decía de Ucrania y Rusia, cuya guerra lleva más de 15 meses.
Esta última alarma amerita un esfuerzo serio de preparación para un escenario de conflicto cuya probabilidad parecen reforzar las estadísticas.
Durante 2022 hubo más pruebas de misiles lanzados desde Corea del Norte que durante todos los años anteriores.
En lo que va del 2023, el ritmo de las pruebas continuaba, hasta que durante la visita de Estado del presidente Yoon a Washington la disuasión nuclear entre EE. UU. y Corea del Sur saliera fortalecida.
Confirmada la alerta, hay que sobrevivir, hay que apartarse y eventualmente hay que dejar el país.
Sobrevivir requiere refugio, alimentos, medicinas, documentos, ropa, medios de comunicación confiables y dinero en efectivo.
Cada edificio en Corea cuenta con sótanos amplios y profundos que sirven de refugio, adonde guardar suficientes alimentos, medicinas y ropa en caso de necesidad.
Una guerra moderna anulará inmediatamente las redes de información. Celulares e internet quedarán inservibles, al igual que el sistema bancario. Por ello mejor usar walkie-talkies y radios AM/FM, preferiblemente con pilas recargables y cargadores solares. Sin sistema bancario operativo, el único medio de pago funcional será el dinero en efectivo, preferiblemente dólares.
Las redes de transporte aéreo, ferroviario y terrestre quedarán también interrumpidas, sea por la estampida de personas y vehículos tratando de escapar al mismo tiempo, sea por que hubieran sido bombardeadas.
Llegado el momento habrá que buscar cómo apartarse del conflicto, a pie o en bicicleta, convergiendo hacia un punto de encuentro a medio camino del puerto más lejano.
Desde ahí deberán diplomáticos y miembros de la diáspora movilizarse hacia dicho puerto para embarcarse cuanto antes.
Cuando suenan las sirenas por el comportamiento difícil de un país vecino, hay que actuar sin dilación para minimizar pérdidas de vidas humanas y salvar al mayor número posible de connacionales. Que su imprudencia no nos haga desfallecer, pues de ello depende, literalmente, la supervivencia de los nuestros.