Síntesis históricas de las imputaciones por corrupción e impunidad a partidos y gobiernos dominicanos 1966-2020

Síntesis históricas de las imputaciones por corrupción e impunidad a partidos y gobiernos dominicanos 1966-2020

Síntesis históricas de las imputaciones por corrupción e impunidad a partidos y gobiernos dominicanos 1966-2020

Carlos Rodríguez

Según lo que se ve, tienen la razón coyuntural quienes afirman que «el PLD es el partido más corrupto de la historia republicana».

Pero…, ojo! El del PLD se trata sólo de un estatus provisorio, porque existe la posiblidad de que en apenas dos años cambie la película y un nuevo reparto asuma el rol de protagonista.

Un rápido recorrido por la historia moderna o de la Tercera República, partiendo de los gobiernos surgidos de manera democrática a contar de 1966, deja clara evidencia que la era del partido y gobierno más corruptos habría iniciado entonces con el Reformista y los mandatos de 12 años, encabezados por el presidente, Joaquín Balaguer. Como muestra de esa verdad de perogrullo bastaría recordar los famosos nuevos 300 millonarios contabilizados a partir del surgimiento del régimen y su funcionariato, lo cual quedó confirmado por la pública y emblemática admisión por su presidente y líder Balaguer en el sentido de que «la corrupción en el gobierno es tan grande que sólo se detiene a la puerta de mi despacho».

Luego, por una masiva propagación de la consigna y manifiesto propagandístico que tanto caló en la «psique colectiva» del país, (El Cambio) que en medio de la algaravía de un voto popular masivo dio origen al surgimiento de los gobiernos perredeístas de ocho años (1978-86) respectivamente encabezados por los presidentes Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco.

Empero, la que pudo estacionarse como la «Era de Gobiernos Liberales del PRD) duró apenas ocho años, debido a que el festín con el Erario habría sido tan inmenso, a la luz de las denuncias, que hasta mereció la dedicatoria de sendos álbumes de la Corrupción; y en los corrillos se llegó a propagar la especie de que el suicidio del presidente Antonio Guzmán sólo 43 días antes de traspasarle el gobierno a su compañero de partido, Salvador Jorge Blanco, habría sido determinado por el temor del mandatario a sufrir la verguenza de verse humillado por el gobierno de sus propios compañeros, debido a la supuesta comisión de actos corruptos por allegados y presuntamente por familiares del malogrado presidente.

Pero no todo queda ahí, sino que entonces de las luchas intestinas generadas por persecusiones a lo interior del propio «perredeísmo gobernante» hacia el sector heredero de la fuerza guzmanista en el PRD bajo el liderazgo de Jacobo Majluta, lo que ya en pleno proceso electoral de 1986 generó tal terror partidario a la retaliciación que el sector predominante (el jorgeblanquismo) ante la posibilidad de que un gobierno de su organización encabezado por Majluta los sustituyera en el poder, prefirió el resurgimiento del archienemigo reformista y el desastre abrió campo en a la resucitación del «Cadáver político Joaquín Balaguer» y su PRSC por 10 años. Esa decisión matizada por la soberbia política grupista le costaría no sólo cárcel y dolor al presidente Jorge Blanco, quien fue sometido al escarnio por su «aupado» a contrapelo de sus compañeros, sino también su carrera política y la propia salud, que terminó severamente diezmada y llevándolo al sepulcro.

Las consecuencias colaterales de tal error estratégico en el marco de las luchas internas por el control del poder, conforme a las denuncias opositoras, volvió a romper de nuevo el corruptómetro en el país por un gobierno, pues las frecuentes y numerosas imputaciones de impunes actos de corrupción y peculado no se hicieron esperar sino que aumentaban a medida que avanzaba el curso del gobierno.

A continuacion vino el gobieno del Dr. Leonel Fernandez de 1996, el cual por razones obvias (se generó en un espectacular apoyo del presidente Balaguer) no fue tan virulento en materia de denuncias contra la corrupción administrativa en el gobierno que le antecedió.

En el año 2000 llegó Hipólito Mejía, quien capitalizaría una «deuda política electoral del pueblo dominicano con el líder perredeísta José Francisco Peña Gómez para ganarle la presidencia al candidaro peledeísta Danilo Medina; y aprovecharía cada una de sus intervenciones públicas ante medios de comunicación, que por lo regular eran varias al día, para como mandatario poner al PLD en las cuatro esquinas en materia de corrupción.

Con su favorita expresión, «la corruptela peledeísta» llegó a afirmar que la corrupción en el país nunca había sido tan grande ¿recuerdan? y para darle fuerza de acción política enfocada en la «deshabilitación» electoral de su adversario, se ocupó directamente de «mandar para Najayo» a más de una docena de funcionarios del gobierno de «Leonelito». Sólo un movimiento muy avesado e inteligente de Leonel Fernández, al presentarse desafiante ante la Procuraduría General de la República impidió que el presidente Mejía «lo vistiera de rayas y lo pusiera tras las rejas en Najayo o en La Victoria», para así complacer un clamor de venganza de sus conmilitones contra el «advenedizo» que apenas cuatro años y pico antes se interpuso a la llegada a la Presidencia de su lider histórico Peña Gómez.

Pero es el caso que, quizás «por designio de La Providencia», como dijera una vez el
cura-presidente Fernando Arturo De Meriño, y conforme al axioma marxista de que «La historia se repite, una vez como tragedia y otra vez como comedia» (18 Brumario de Luis Bonaparte) entonces llegó 2004 con una humillante derrota electoral para Hipólito Mejía y el PPHismo en su intento de reeditarse en el gobiérno fracasó frente a su rival Leonel Fernández, tanto por causa de un desastroso desempeño económico gubernamental que convirtió en «Casas del terror» a los supermercados, colmados y farmacias del país, así como por la corrupción que incidiría en la quiebra de por lo menos un importante banco comercial a cual reiteradamente se denunció el hábito del gobierno de supuestamente mandar funcionarios a buscar sacos y fundas llenos de dinero, aparte de la famosa «Pepe/Card» de Banínter.

Conforme a las denuncias de corrupción, el problema cobró una dimensión tal que desde la Secretaría de la Presidencia del nuevo gobierno oeledeísta 2004-2008 el ahora ex presidente Danilo Medina reiteraba la advertencia de que si disponía la publicación del contenido de 45 auditorías realizadas a instituciones del gobierno que acababa de encabezar Hipolito Mejía se «provocaría un tsunami en el país».

Sin embargo, gracias a la amistad personal que después se supo existía entre Danilo e Hipólito imperó la impunidad y se impidió que el pueblo conociera la verdad ni el contenido de las susodichas auditorías. Es decir, el PRD y su gobierno volvieron a recuperar su perdido liderazgo como campeones absolutos en materia de corrupción administrativa y de impunidad.

Hoy día, gracias a la histórica apertura de los expedientes «Antipulpo», «Coral», «Medusa» y cualquiera otro que amenaza abrir el «Ministerio Público Independiente» el PLD vuelve a ocupar la indeseada posición de Partido y gobiernos más corruptos de la historia de la bolitelmundo mundial».

¡Claro! Todo ese sitial será mantenido sólo provisionalmente por gran parte de los morados y algunos verdes que en el pasado reciente compartieron 20 años de gobiernos peledeístas.

¡Y así es!
Es que ambos, morados y verdes mantendrán esa indeseada «corona» hasta que sean los Morados o sean los Verdes o ambos a la misma vez enderecen su objetivo y puedan recuperar el poder. De ese modo es seguro que les pasarán al PRM y al presidente Luis Abinader la antorcha con el título de «partido y gobierno más corruptos por ojos humanos vistos».

De ese modo quedará demostrada y confirmada mi tesis de que en nuestro país «nunca habrá jamás ningún partido y nungún gobierno más corrupto ni más impune que el último partido y el último gobierno que pierdan las elecciones y el poder», porque de hacérselo así creer al pueblo y a la opinión pública se encargarán siempre el partido y gobierno que ganen y asciendan al poder.