La administración que encabeza el presidente Luis Abinader parece decida a acelerar la presencialidad definitiva de los alumnos en la educación preuniversitaria, a pesar del rebrote en los contagios del Covid-19 en el último mes.
Los aprestos gubernamentales se mantienen para dar apertura, a partir del próximo miércoles, a las escuelas públicas y colegios privados con clases semipresenciales al nivel nacional y en todos los niveles del sistema educativo.
Argumentan que este regreso a las aulas se hace siguiendo estrictamente las recomendaciones y protocolos de bioseguridad establecidos para evitar la propagación del coronavirus.
Muchos dominicanos no entienden esa prisa, en vista de que apenas quedan dos meses para la finalización del Año Escolar 2020-2021. La presencialidad no aportará nada para recuperar el terreno perdido en materia de alcanzar los objetivos educativos delineados frente a la deficitaria calidad educativa que ha colocado a la República Dominicana en la cola de América Latina.
El interés del Gobierno en retornar a la normalidad, luego de más de 14 meses de impacto negativo del coronavirus en la economía, podría ser comprensible, dentro de su lógica de administrador del Estado.
Sin embargo, muchas veces la cura puede resultar más cara que la enfermedad; y este sería uno de esos casos recurrentes cuando no se sigue un pensamiento estratégico en el manejo de determinadas situaciones de la vida.
Mal momento ha sido escogido para dar el paso en el camino a la presencialidad en las aulas, debido a que las muertes a causa del patógeno no ceden y las salas de cuidado intensivos podrían colapsar en cualquier momento.
Mientras que en lado oeste de la isla La Española, la República de Haití, existe el temor de que el número de muertes se incremente a un punto en que el panorama se les torne trágico a los habitantes de ese país.
La situación amerita que el Gobierno repiense ir a hacia la presencialidad en las en las aulas públicas y privadas. Los casos del covid son muchos más de los que se informan cada día. La salud económica del pueblo dominicano está condicionada a la sanidad de la gente. La prisa, siempre se ha dicho, no es buena consejera.
La verdad es que existe una fuerza superior al poder de los ministerios de Salud Pública y de Educación. Evidentemente que sus titulares actúan en rol de ejecutores de una directriz con la que, no necesariamente, están de acuerdo en estos momentos.
La República Dominicana lo que ha hecho es sumarse a un ensayo establecido en la mayoría de los países del mundo, alegando una serie de factores, incluyendo la supuesta afectación psicológica de las familias.
Ante lo que parece un camino sin retorno, lo importante es que se vigile este ensayo frente a la posibilidad de rebrotes más severos en los contagios.
Lo cierto es que el tema ha dividido a la sociedad acerca de la conveniencia o no del retorno a las aulas. Un segmento de los maestros y buena parte de los padres están en contra de la medida.
La tarea inmediata de la República Dominicana debe consistir en la adopción de estrictas medidas sanitarias en la dirección de disminuir los contagios por el patógeno, especialmente en las provincias de Santo Domingo y Santiago y en el Distrito Nacional.
En ese contexto, el retorno a las aulas no parece una medida adecuada para lograr ese propósito.
Lo que sí queda claro es que, sin salud física, no habrá salud económica en el país.