Sin pedir permiso

La suerte que leo los periódicos en versión digital porque de otro modo el papel se me quemaría en las manos.

Y es que no da gusto leer este compendio de desgracias –al margen de reconocer que es sin duda indispensable informarse para mejorar lo que somos y seremos- cuando vemos repetirse en todos los medios de prensa el tema de la violación hacia las mujeres.

Ejecución violenta que no es nueva en ninguna parte, pero que ahora no se calla como antes ya que los medios de divulgación modernos permiten que el eco se comporte de forma viral. O sea, la indignación es viral.

Como la mía también lo es, me resiento de una forma especial: ya va siendo hora de atreverse a interpretar de otro modo las conductas sociales (por ejemplo, lo que es correcto y lo que no de acuerdo a tu sexo).

Es una necesidad real. Y de no hacerse millones de seres humanos –mujeres (adultas, adolescentes y niñas) para más señas- seguirán siendo torturadas todos los días ya sea en la comodidad de su hogar en República Dominicana, en un burdel especializado en ofrecer niñas de entre 11 y 13 años a los turistas que agobian Brasil con el Mundial, en un “matrimonio” de una niña de 8 años en Yemén o una adolescente de 15 años violada y colgada de un árbol en Nueva Delhi.

Insisto en que es hora de que hagamos conciencia de que las mujeres estamos siendo víctimas de violencia de diferente tonalidad en casi todos los espacios que vivimos. ¡La cosa es que no tenemos que pedir permiso para vivir, reír, comprar, salir, entrar, estudiar, comer, bailar, beber, parir, amar o dejar de amar!

Alcanzamos la mayoría de edad como todo el mundo y también nosotras tenemos todas las condiciones para tomar decisiones ¡y equivocarnos como lo hace todo el mundo!

Invito a quienes se sienten con la suficiente fuerza interior para moverse de sitio por decisión personal que investiguen más sobre el concepto de igualdad de género.

Suele haber confusión respecto a la idea distorsionada que se ha propagado sobre el feminismo. Lo cierto es que las mujeres sufrimos diariamente toda serie de situaciones perturbadoras. Y nosotras necesitamos vivir en paz ¡como todo el mundo!