Todas las veces que mencionamos a los extraterrestres, lo hacemos con voluntad de que sean dignos de ser seres chistosos o que no tengan más rigor que el espectáculo del hombre moderno que ve con frivolidad los fenómenos que llenan el mundo contemporáneo, especialmente a través de las redes sociales.
Luego de haber leído la novela de ciencia ficción ‘Sin noticias de Gurb’, de Eduardo Mendoza (1999), con unas muy perspicaces lecciones, de cómo poder convertirse en un buen ‘catalán’ de pura cepa, admito que hace falta una mirada alegre frente a un mundo que asombra y que espanta, al mismo tiempo.
El marciano-narrador que desesperadamente busca a Gurb (que ha desaparecido), ha efectuado sin dificultad un aterrizaje en Barcelona, inicia su comunicación con los entes terrícolas, descubre que nuestro lenguaje es de gran simplicidad estructural, mediante el uso de órganos internos, pero de muy compleja sonorización y se da con varios niveles de mansedumbre o de violencia.
Asimismo, la movilidad humana tiene gran simplicidad estructural, pero los humanos lo han dificultado por los manejos que les han determinado.
Pero el asunto para este marciano está en que a los humanos no les han enseñado a descodificarse: ¿Qué quiere decir que hay que tener un pie en contacto con el piso?, o ¿que los seres humanos son cosas de tamaño variable, pero estando de pie o yaciendo estirados “continúan midiendo exactamente lo mismo”?
Gurb descubre que la densidad del tráfico rodado por tantos siglos de andar altera el precario equilibrio ecológico del planeta. La ciudad es enorme; el gentío es constante; el ruido, mucho; y hay que respirar el aire inficionado de partículas.
Parece un punto de inflexión, para descodificar el ser humano: los medios de locomoción. ¿Qué tienen de común para los marcianos, además de saber si nosotros tenemos naves espaciales?, o ¿lo primero que puede interesarles si entendemos el movimiento, la velocidad y los medios de transporte? Que los seres humanos utilizan una gran variedad de medios de locomoción, pero en las ciudades los hacen históricamente de la misma manera, rivalizando con su lenguaje diciendo que son lentos, incómodos, apestosos, y no se dan cuenta que los pies deben estar tocando el piso (excepto en los aviones y en los taxis).
La bicicleta es un aparato muy simple de concepción, se requiere usar las dos piernas mientras se avanza; y se mueven de manera inversa: una sube, la otra baja. Pero es la acción andar, la que el hombre debe ‘descodificar’. ¿Qué somos mientras pisamos? Esa fracción de gesto se le llama pisar, y, luego, andar.
Los marcianos tendrán que saber muy bien sobre la densidad de tráfico al que hemos llegado. Uno de los principales problemas mundiales, se acompaña de las cosas más innecesarias.
Una de ellas es el transporte de bolsas de comida y del sistema de objetos. Los hombres llenan sus casas de estos objetos insignificantes, manteniéndolos al nivel del suelo y de la vista de los dos ojos que tienen en la cara.
Hemos tenido una mala suerte en la evolución. Pero ahora Gurb ha aparecido; él también se arrepiente de terminar su misión, y ha decidido quedarse a vivir con nosotros, e informar que su trabajo en la Tierra ha sido todo un éxito.