No sé cómo llamar este escrito. Se me ocurre: ¿Desvaríos? En estos tiempos de incertidumbre, en los cuales nadie sabe qué pasará al día siguiente, las informaciones se acumulan, siendo unas veraces y otras no tanto o imaginadas y plasmadas en letras o voces; las personas están desarrollando muchas frustraciones, algunos aumentando sus fortalezas, otros fortaleciendo sus debilidades.
Lamento decir que todo lo expuesto conlleva a violencia, insolencia. He visto con incredulidad cómo muchas personas actúan temerariamente, irrespetuosos, despectivos, impertinentes, desafiantes y ofensivos.
Como son atrevidos, sin importarles consecuencias. Esto lo veo en autoridades competentes y público en general.
Estamos en una situación desafortunada e inusual, es cierto, muchos han desarrollado o desarrollarán en un futuro indeterminado, situaciones psicológicas o psiquiátricas que ameritan la intervención de profesionales de la salud mental, medicación, alguna que otra terapia para resolver sus casos.
En lo que pasa el tiempo, me encantaría invitar a los más sanos de cuerpo, mente, emociones y espíritu, a comprender y entender a los que no tienen esa dicha. Que mantengamos la armonía en el entorno, que respetemos las reglas establecidas aunque no estemos de acuerdo, que nos humanicemos.
Utilizar la Inteligencia Emocional (capacidad para reconocer nuestras propias emociones y las de los demás utilizando esa información para guiar el pensamiento y la conducta y adaptarse al ambiente).
Por la pandemia, no ha desaparecido la violencia intrafamiliar ni la de género, los accidentes, las violaciones o el incesto. Sólo se han hecho invisibles para atender a lo que es ahora prioritario de algún modo.