Resulta incómodo tratar casi a diario los tantos inconvenientes que se suscitan en el deporte de aficionado del país, un producto en casi todas las organizaciones deportivas.
Y es que, al igual que en las partidos políticos, no salen de graves crisis internas, lo que pone a pensar que estamos en plena selva, donde personas, que se supone están en capacidad de dialogar y discernir, se destruyen como fieras salvajes en plena selva.
Son muy pocas las federaciones en donde no estén lidiando con inconvenientes entre sus directivos, lo que por necesidad, constituye una traba para el buen y sano desarrollo de cualquier actividad.
La guerra que se libra en las federaciones de Ajedrez y Esgrima son apenas simples ejemplos de lo que está ocurriendo en el deporte.
Resulta penoso que gente pensante, esté enfrascada en luchas intestinas, cuyo único resultado es el retroceso de esas disciplinas.
Creo que con su silencio sobre estos y otros casos, que se producen en forma “subterránea” para la opinión pública, el Comité Olímpico hace un flaco servicio.
Ya es hora de que el COD imponga su autoridad, sin temor ni favor, caiga quien caiga, para mantener el orden institucional, y por ende, el saludable desarrollo de esa colectividad.
La transpariencia y la credibilidad deben ser el norte a seguir bajo cualquier circunstancia, por que cuando el poder se inclina a favor de unos y en contra de otros, se pierde el equilibrio.
Ojalá que se deje el “mamoneo” y la complicidad, y se actúe de una vez por todas, sin injusticia ni privilegios.
Ese sería el mejor paso para evitar males peores en el deporte nacional.