Sin educación sexual surgen monstruos

Sin educación sexual surgen monstruos

Sin educación sexual surgen monstruos

Celedonio Jiménez

Una sociedad en que no se trabaja la educación sexual dentro de la educación formal y fuera de ella, es una sociedad muy proclive al surgimiento de monstruos sexuales. Claro está, no basta la educación sexual en sentido estricto, es necesario vincularla a la formación en valores humanos positivos y a los principios.

Una sociedad con carencia de esta educación es una sociedad en que muchos individuos adolecen de control de su cuerpo y de su mente en la relación con los demás.

Lo anterior lo abordamos a propósito del horroroso caso de que fue víctima la niña Liz María, de apenas 9 años, quien fue secuestrada, violada y asesinada por Esterlin Francisco Santos, “El Panadero”, en el ensanche Isabelita”, hace un par de semanas. Este suceso y otros parecidos ocurridos en el país, nos evidencia que hay seres humanos que adolecen de determinadas condiciones humanas y morales, que los hace capaces de todo, aun de las peores crueldades imaginables.

En la República Dominicana la educación básica y media tiene que incorporar el tema de la educación sexual. Somos una sociedad que en la mayoría de sus hogares los progenitores y tutores no tratan el tópico de la sexualidad con sus hijos. Hoy, algunos padres y madres de familia lo hacen, pero de manera limitada y desde hace muy poco tiempo.

Esta carencia de nuestra escuela y de nuestra familia, encuentra uno de sus orígenes en el prejuicio de que el tema de la sexualidad es pecaminoso, sucio, y por tanto, intratable. Se estima que la sexualidad está asociada a la “animalidad” escondida en los seres humanos. Para algunos investigadores se ha producido una “demonización de la sexualidad” como forma de imponer un control sobre la misma (Fernando Mires, “El Malestar en la Barbarie”, pag. 89).

Creemos que es hora ya de establecer la educación sexual en la escuela, de formar en valores humanos positivos. Es hora de que los padres actúen para ganar la confianza de sus hijos, a fin de que estos asimilen la necesidad de comunicar situaciones, necesidades y expectativas.

Es tiempo de que los niños sepan que ningún extraño o adulto poco conocido tiene derecho a tocarlos o manosearlos, y que si algo sucede deben tener la confianza de decirlo. El tema de la sexualidad debe ser tratado con sus hijos por ambos progenitores. No hay temas de padres y temas de madres.

Es, por otra parte, ocasión de que las autoridades de nuestro país pongan en práctica sistemas de control y de registro que sirvan para vigilar a los individuos con inclinaciones a practicar delitos sexuales, o sospechosos de ellos.

Nos inclinamos por enfatizar la educación y la prevención, pero también por legislar para que se asuman sanciones más drásticas que desestimulen la realización y repetición de hechos tan abominables como del que fue víctima la niña del “ensanche Isabelita”.



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