Sin desperdicio

Sin desperdicio

Sin desperdicio

Rafael Molina Morillo, director de El Día

La carta que reproduzco a continuación no tiene desperdicio. Por ello la comparto con mis lectores:

Muy estimado señor Molina, leí con detenimiento su columna del martes pasado, donde solicitaba a sus lectores ayuda para ver los problemas prioritarios.

En realidad como Ud. dice, todos nuestros problemas son prioritarios, porque dependen de nuestra cultura del “to, ta bien”. No hay conceptos claros en nuestras ideas. Todo es superficial.

Cuando hemos sido “educados” en lo mercantil: “Tanto tienes tanto vales”, es muy poco lo que se puede hacer.

Parece que a poca gente le preocupa hacer “bien todas las cosas”. Todo es por salir del paso.

Y así las cosas no funcionan ni funcionarán jamás. Primero, el empleo es para la gente preparada, no por política.

La persona debe conocer el funcionamiento de la “pieza que se le está entregando”, ya sea una oficina pública como cualquier otro cargo. Eso es ser ético.

Yo diría que la primera prioridad sería de orden educativo: los padres son los primeros educadores de sus hijos, y podemos preguntar, ¿para qué estamos educando los padres hoy en día, a nuestros hijos? ¿Para ser éticos en la vida y hacer el bien, no importa a quién, o para ganar dinero a lo que dé lugar? Por casualidad, ¿nos remuerde la conciencia cuando hacemos el mal?

Entonces, ¡no estamos formando conciencia! Y una persona sin conciencia deja mucho que desear. Entonces, podemos preguntar además, ¿qué tipo de personas están formando los colegios, escuelas, universidades?

La familia y la escuela caminan juntas, si no es así, se traerá mucha confusión en el educando, que llegará un momento que no sabrá para qué vivir.

Espero hayan servido de algo nuestras opiniones al respecto, ya que fui maestra por 22 años en el último año de bachillerato de un colegio privado.

Atentamente,

Maruchi R. de Elmúdesi



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