Tengo una militancia perfectamente definida y no tengo que darle consejo a un partido ajeno. Pero a veces es bueno emitir un par de opiniones en una columna periodística.
Opino que lo peor que podría hacer el Partido Revolucionario Moderno es subestimar la importancia y el desafío que le coloca por delante la alianza que acaban de anunciar los principales partidos de la oposición.
La oposición ha dado un golpe de efecto y a la vez, ha modificado los términos del enfrentamiento. El PRM aparecía corriendo solo, con una oposición dispersa y alicaída, ahora tiene de frente a un bloque opositor dirigido por políticos de mucha experiencia, con mucho dinero y espoleados por la ambición de reconquistar el paraíso perdido. Ese es el hecho.
Claro, que esa alianza tiene puntos muy vulnerables. En el plano político, porque sus líderes hablan de luchar por volver al gobierno que ejercieron por veinte años, para “rescatar” el país de los males que ellos mismos agravaron. Y más vulnerable aún en el plano moral, hasta el punto de que, en el discurso de presentación de la alianza, ni siquiera la palabra corrupción se pronunció.
Un reconocimiento indirecto de su debilidad en el campo moral, por lo cual no pudieron tocar el argumento principal que utiliza el presidente Luis Abinader para aspirar a reelegirse: el combate a la corrupción.
Aun así, el PRM está emplazado a reaccionar en momentos en que luce acomodado a las delicias del poder, sin beligerancia ni disposición de lucha. Y lo peor, con muchos de sus cuadros ganados por la creencia triunfalista de que su triunfo en las elecciones es “un clavo pasao”.
Cuando, por el contrario, la entrada en escena de esta alianza los reta a sacudirse y entrar en pelea. A flexibilizar su actitud hacia posibles alianzas y acuerdos con otras fuerzas, porque si alguna enseñanza quedó clara del proceso electoral pasado fue que el PRM no ganó solo, y en cambio, los votos que le faltaban para hacer mayoría, se lo aportó una amplia y diversa coalición de fuerzas de la más variada procedencia.
Y algo muy importante, el candidato y los líderes del PRM están emplazados a hacerse ellos mismos la pregunta que la parte más consciente del pueblo debe hacerles. Después de cuatro años en el gobierno: ¿Seguir en el poder para qué? Cuál propuesta, cuáles reformas, cuáles metas y reivindicaciones sociales esperar de ellos, si el voto popular los ratifica por cuatro años más.