Si algo confirmó la pandemia del Covid-19 es que somos vulnerables y lo somos de muchas maneras.
Lo somos física, mental y emocionalmente. No estamos blindados. Vivir es como “caminar por el tablón de un barco pirata” con la incertidumbre de que, si al caer, encontraremos tiburones que nos devoren.
Hay muchos ejemplos que podemos mencionar sobre los vaivenes de la vida y cómo estos juegan con la mente.
Llegan y se van los problema, unos más grandes que otros. Unos tienen solución, otros no. Algunos los puedes solucionar solo, otros necesitan ayuda y soporte de los seres queridos, pareja, compañeros de trabajo, personas cercanas y del entorno o de algún desconocido.
Hay soluciones que tienen que ver con la necesidad de dinero, a esas les prestamos más atención porque “vivimos en un mundo de papeletas”.
Si no pagas, no tienes, no compras ni comes. Este tipo de problemas pueden hacer tu vida miserable. Te ofuscan. Limitan tu visibilidad para identificar las opciones y tu capacidad para elegir las correctas. Muchas veces funciona alejarse del remolino para ver el panorama completo.
Pero hay otras situaciones que no tienen que ver con falta de liquidez, están íntimamente relacionadas a los sentimientos, emociones, limitaciones, pérdidas y situaciones que enfrentamos y volvemos a enfrentar día con día. Muchas veces las guardamos.
Las rumiamos como vacas cada cierto tiempo. Luchamos solos con ellas, unas veces nos mantenemos en pie, pero otras caemos en la lona sin fuerzas.
En muchas ocasiones, tendemos a aislarnos. Creer que lo podemos solucionar solos y olvidamos nuestro círculo de apoyo: familia, amigos o un profesional especializado. Creemos que esos problemas y situaciones difíciles son propias, como la ropa.
La usamos, lavamos y guardamos en el clóset hasta que tengamos que usarla nuevamente. Permanecen dentro, creciendo.
Estamos 100 % seguros que somos los superhéroes de nuestras vidas y nos olvidamos que solo somos simples mortales, capaces de sentir, padecer, reír, caer, llorar y hasta fracasar. Con muchas fortalezas y otro tanto de debilidades.
Si te crees “superhéroe” déjame decirte que solo existen en las “tiras cómicas”. Sí. Somos fuertes, pero también podemos pedir y recibir apoyo.